Night Of The Guitar, Live! (1989)
Por Massimo D'Angelo
A
finales de los 80, la escena musical estaba dominada, tanto en Europa como en
el resto del mundo, por fenómenos de masas que se peleaban por los primeros
puestos de las listas de ventas. Los repeinados Rick Astley, Pet Shop Boys, Madonna, Michael Jackson, Wet Wet Wet, Kylie
Minogue se disputaban el trono de los superventas con algunos de los grupos
que -guitarra en mano- se defendían a golpes de rock, distorsión y delays. Guns N’ Roses, Def Leppard, U2, o Metallica escribían su propia leyenda.
En
aquellos años, un evento que pasó casi
desapercibido reunió a nueve guitarristas para siete conciertos en el Reino
Unido (del 20 al 26 de Noviembre de 1988) y que culminó en una breve gira por
Europa. En la Red apenas se encuentran noticias de esa reunión que finalmente dejó
para la posteridad un doble disco en vivo y un puñado de vídeos. Guitars Exchange estuvo allí.
Delante
de una pared de pantallas Marshall, entrando y saliendo del escenario, se alternaron
durante tres horas de concierto Steve
Howe (Yes, Asia), Leslie West
(Mountain), Robby Krieger (The Doors), Randy California (Spirit), Steve
Hunter (Lou Reed, Alice Cooper, Peter Gabriel), Pete Haycock (Climax Blues Band), Andy Powell y Ted Turner (Wishbone Ash), y Alvin Lee (Ten Years After).
Los
nueve ‘hachas’ contaron con una sección rítmica que estuvo más que a la
altura: Clive Mayuyu (batería), Derek
Holt (bajo y voz), Livingstone
Browne (bajo y teclados) y Chris
Bucknall (teclados).
La
iniciativa partió del sello discográfico I.R.S.
No Speak, fundado a principios de 1988 por Miles Copeland III, maestro de ceremonias de la noche de la guitarra y hermano de Stewart Copeland (batería de The
Police quien, además, participó como artista invitado en la pieza final que
cierra el disco).
El
objetivo de Copeland no era otro que el de dar salida al rock instrumental de
la mano de excelentes músicos, dándoles cobijo en un sello discográfico volcado
exclusivamente a su producción. Había que protegerse de la tormenta de la
música disco, punk y New Age de alguna manera. Un ambicioso propósito,
musicalmente válido, aunque financieramente arriesgado: el sello cerró después
de tres años y sólo 19 discos producidos.
Night Of The Guitar - Live! fue quizás el momento estelar
de la aventura. La semiacústica Höfner de
Pete Haycock y la Neal Moser eléctrica de Steve Hunter abren el disco con tres
piezas, Dr. Brown I Presume (notable
el solo de bajo de Browne), The Idler y Lucienne. Tres cortes presentes en los
discos que ambos guitarristas lanzaron en solitario ese mismo año: Guitar & Son y The Deacon, respectivamente. Una mezcla de rock fusión hasta llegar
a la delicada balada del tercer tema, pasando por un rock que esconde un
sentimiento de urban jazz en la pieza de Hunter, autor de paginas inolvidables
de la banda sonora de nuestras vidas: suyas eran las manos en la introducción eléctrica
de Sweet Jane de Lou Reed o en la
acústica de Solsbury Hill de Peter
Gabriel, sólo por citar algunas.
De electrizar
el ambiente después de la balada se encarga Randy California y su Charvel, la marca de guitarras que se
hizo popular en esa década gracias a guitarristas del calibre de Eddie Van Halen, Randy Rhoads y Richie
Sambora, entre otros. Después de Groove
Thing, una pieza con una brillante introducción, repleta de armónicos
sacados a martillazos desde el mástil, Randy se encarga de liderar una versión
de Hey Joe en un potente tributo a su
amigo y compañero Jimi Hendrix, con
quién compartió tablas en 1966 en los clubes nocturnos de Nueva York durante su
militancia en Jimmy James & The Blue Flames, antes del éxito mundial
del zurdo, antes de que Jimmy James se convirtiera en Jimi.
Los
afortunados espectadores ya estaban listos para recibir al que fuera el nombre
quizás más esperado del cartel: Robby
Krieger y su Gibson ES-355 de
1964 –su favorita en una época de su vida, la de los ’80, en la que buscaba
sonidos más en la onda jazz- encendieron definitivamente la sala con una
versión de Love Me Two Times (The
Doors, 1967) mucho más ‘guitarrera’ que el original.
¿Y quién
mejor que Ted Turner y Andy Powell para restablecer el orden
en la sala? El motor bicilíndrico de Wishbone Ash, en perfecta sincronía,
desenfundó con una versión de su clásico de 1972 The King Will Come, donde la flamante Paul Reed Smith (la marca americana llevaba apenas 3 años
produciendo sus joyas) del primero y la ‘clásica’ Gibson Flyin’ V de su compañero
dan vida a un diálogo de guitarras en inmejorable sintonía.
Era el
turno de la montaña Leslie West y su Steinberger que, en sus manos, parece un juguete. Estaba en plena
forma, sin duda alguna. Las dos piezas que aparecen en el disco son dos
clásicos del álbum Climbing! de Mountain de 1970: una personalísima
versión de Theme From An Imaginary
Western de Jack Bruce y Never In My Life.
Y, una
vez más, después de la tormenta volvía la calma, de la mano de Steve Howe y su Martin 00-18. Una clase magistral de técnica guitarrística para Clap Medley, la única pieza totalmente
acústica de la noche y sin acompañamiento alguno. El tiempo de cambiar la
Martin por su Gibson ES-175 (su
principal guitarra durante los años de militancia en Yes) y, en compañía de Pete
Haycock, arrancaba Würm, un
clásico de 1971 de la banda inglesa de rock progresivo.
Alvin Lee y su Tokai
Signature se encargaron del tramo final con un potente instrumental, No Limit, probablemente uno de los
mejores momentos de todo el álbum. Con una versión hard de Ain’t Nothin’ Shakin’
convocó a todos sus colegas en el escenario, nueve ‘hachas’ para una
memorable versión del clásico de Dylan,
All Along The Watchtower y un medley final de los grandes
clásicos, Whole Lotta Shakin’, Dizzy Miss
Lizzie, Johnny B. Goode, Rock & Roll Music y Bye
Bye Johnny Bye Bye. Un despliegue de técnica y verdadera pasión por nuestro
instrumento favorito, unos auténticos fuegos artificiales capaces de despeinar
a cualquier Rick Astley que se
pusiese por delante…
Fue una
noche inolvidable. Una noche en la que se unieron nueve paladines de la
guitarra, nueve héroes del rock, para reivindicar -a finales de los ‘80- un
género que ellos mismos contribuyeron a hacer todo lo grande que fue y sigue
siendo.