The Last Hero (2016)
Alter Bridge
El sueño perfecto de Paul Reed Smith
Es nuestro último
héroe sin la menor duda. Mark
Tremonti, sólo o en compañía de Myles
Kennedy, es uno de nuestros hachas favoritos, uno de los
guitarristas en mejor estado de forma, tanto en técnica como en creatividad.
Regresa por derecho propio a nuestro Jukebox con el quinto disco de Alter Bridge, quizá el mejor exponente
del metal melódico que nos podemos echar a las orejas en estos momentos. Y
competencia no falta.
Tremonti está en plena efervescencia y no
suelta sus PRS. En apenas un año ha
añadido un par de magníficos álbumes a su carrera en solitario y aún le ha
quedado tiempo para componer un tremendo discazo con su banda oficial. En The Last Hero está claro quién manda desde al afilado punteo con
que arranca el primer tema, Show Me a
Leader. Es lo que se dice una declaración de principios.
Kennedy, por su parte, no parece en absoluto
agotado por su aventura con Slash y
como siempre se sale cantando -y tocando, que tampoco es manco-. La sección rítmica de Scott
Phillips y Brian Marshall con su Sadowsky
de cinco cuerdas es sencillamente una barbaridad que (casi) se lleva por
delante a sus dos famosos compañeros.
Alter Bridge no es un guitarrista con un grupo
haciéndole los coros. Es un motor de
cuatro tiempos perfectamente sincronizado a ritmo de rock, capaz de meter el
turbo a martillazos en The Other Side
y su pesado riff, o de dejar que el viento te acaricie en My Champion hasta sentirte exactamente como dice la canción.
Todo encaja, incluso la guitarra de Myles
Kennedy oculta por su educada garganta. La sintonía con Tremonti llega al
extremo de compartir fabricante. Ambos están enganchados a las guitarras de Paul
Reed Smith. El primero, por ejemplo a la preciosa Starla 2008 Bigsby con la que ha comandado a los Conspirators en su última gira con el
ex G’n’R. Sus favoritas son la Sunburst SC 245 pasada por la cocina de Seymour Duncan, la Modern
Eagle y, en especial, la McCarty.
Tremonti, si nos fiamos de su propia web, se
conforma con su propia colección de PRS, las dos Mark Tremonti signature model
y la SE no menos personalizada, pero
bastante más asequible para sus fans.
Y si nos desenchufamos, también encontramos el
mismo logotipo de Taylor en ambos
clavijeros. La pareja perfecta.
Para los más puristas, quizá demasiado
perfecta. Demasiado amable para el
lado más duro del rock pese a reconocer que, como mínimo, es el disco del mes en un octubre repleto de
novedades discográficas. O, a lo mejor, el problema es que es demasiado sofisticada en sus
planteamientos musicales que cruzan una y otra vez la delgada frontera que
separa el hard del heavy por un lado, y del metal por otro (obviemos lo del
post grunge). Etiquetas que, en realidad, conducen a un mismo destino.
Esas críticas son el reflejo de una sociedad
desilusionada con sus líderes, en la que ya no hay héroes, el argumento
principal de un disco que, paradójicamente, demuestra lo contrario: todavía
quedan algunos. Basta con cruzar el puente.