The Unity Sessions (2016)
Pat Metheny
Maestro de maestros, Pat Metheny decidió en la frontera de los 60 que era un buen
momento de hacer balance sin perder la vista en el futuro. En The Unity Sessions mira hacia delante
con su nueva banda y, al mismo tiempo, hace un recorrido por la excelencia
musical de su carrera, una mezcla de tradición y vanguardia atrapadas por la
magia de sus manos y su talento como compositor. La película salió al mercado
el pasado septiembre; ahora, en un más manejable formato CD, pone banda sonora
a la primavera de 2016 que se abre camino a duras penas entre la lluvia.
La Unity
Band es la nueva aventura de Metheny
para esta década, en la que quiere que su guitarra compita de igual a igual con
el saxofón, uno de sus instrumentos favoritos. Y en concreto con el de Chris Potter, del que se confiesa fan
desde los años 90. Una sección de viento tempestuoso alimentado por su
inseparable percusionista desde hace años Antonio
Sánchez y, al bajo, Ben Williams, una joven promesa de su
cantera personal que le dejó impresionado. Un cuarteto apabullante ahora
ampliado a ‘súper quinteto’ con la incorporación de Giulio Carmassi, un artista de los que se dicen ‘completo’,
multimedia y multi instrumentista.
Esa obsesión por clarinetes y trompetas
continúa en este 2016 con el lanzamiento casi simultáneo al de The Unity Sessions con otro disco en el
que figura su nombre, aunque en este caso no sea en primer lugar: Cuong Vu Trio
Meets Pat Metheny es una forma de agradecer al músico vietnamita los
grammys de 2002 y 2005.
El jazz ecléctico de Cuong Vu apenas deja espacio a las creaciones de la luthier
canadiense Linda Manzer, a la que Pat Metheny se mantiene fiel. El del
trompetista es un mundo postindustrial de sonidos fríos que no tiene nada que
ver con el de Unity y la intensidad
que transmite, por ejemplo, el duelo con Potter
en Roof Dogs, uno de los climax de la
maratoniana -como casi todas las suyas- penúltima gira. Y es que la perfección
tiene un secreto: antes de grabarla ‘ensayaron’ unas 150 noches…
Un tour que, por supuesto, incluyó ese momento
mágico del maestro a solas con su guitarra, brillante a la luz de un único
foco. Phase Dance… The Sun in Montreal…
Last Train Home… Un medley de diez minutos y pico para enmarcar en nuestro
particular jukebox. Y es que a veces bastan sólo seis cuerdas para emocionar.
La belleza es un ser frágil escondida en su cuerpo de madera.