Moscow (2008)

Keith Emerson Band (Feat. Marc Bonilla)

La penúltima batalla de Keith Emerson
Cuando el sintetizador se encontró con una guitarra

La penúltima batalla de Keith Emerson sí fue una victoria en toda regla, el culmen de su carrera como uno de los músicos más influyentes del siglo XX. Armado con sus sintetizadores, la contienda se libró en Moscú en un espectacular despliegue en el que su caballero andante fue nada menos que el súper guitarrista Marc Bonilla. Codo a codo, dos grandes instrumentistas se conjuraron en 2008 para un gran concierto en la capital rusa, el mejor lugar para que una vez más la música clásica se encontrara con el rock. Un broche de oro para otra leyenda en el que no faltaron nuestras amadas seis cuerdas.  

El genio que nos hizo bailar con el Cascanueces mientras daba una lección de piano ocupa de nuevo los titulares porque, como manda la maldita tradición de las estrellas de rock, su muerte a los 71 años no ha pasado desapercibida. Respetemos su propio infierno personal. Mejor rendirle tributo desde Guitars Exchange con un disco que además de ser prácticamente su última aparición en directo satisface el deseo de muchos de sus fans con la incorporación de Bonilla, un guitarrista capaz de dialogar de igual a igual con sus teclados. También echa una mano con las voces, por cierto.
 

Para comprobarlo basta con escucharles -y verles en el DVD grabado aquel 26 de agosto- durante los 35 minutos y pico de la versión de Tarkus que cerró el show antes del inevitable Nutrocker, un fin de fiesta perfecto. A pesar de estos dos ejemplos y algún otro como Lucky Man, no se trata de un ‘grandes éxitos’ al uso e incluye también fragmentos de las bandas sonoras compuestas por él mismo, temas del propio Bonilla y otros firmados a medias para el disco en estudio de la Keith Emerson Band. Moscú no fue una mera estación de paso como ocurre con otras ‘súper estrellas’ de su generación.
 

Emerson
y Bonilla dan la vuelta con nuevos arreglos a algunos de los mejores momentos de la carrera del teclista, el legado de ELP desde una nueva perspectiva en la que la Yamaha especialmente diseñada para un zurdo como Bonilla cumple también un papel protagonista. Una doble lectura en la que jazz, rock y clasicismo se funden en el abrazo definitivo.
 

En este duelo de gigantes, Moog juega con la ventaja de los ágiles dedos de su máximo icono cruzándose a toda velocidad, saltando de un teclado a otro, acariciando el ‘gran piano’ y sólo cuando su dueño se da cuenta de que se está pasando de frenada abren paso a un Bonilla que trata de mantener el tipo como puede. Y como sabe.
 

Un año más tarde, el dúo se convertiría en trío para una reedición más ‘rockera’ con Glen Hughes, con cuyo bajo formaron los Boys Club y grabaron un nuevo directo en California. Otra ‘monstruosidad’ indispensable para entender de qué va esto: música y sólo música. Sin ella, la vida para Keith Emerson no tenía sentido.
       

 

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