Lou Reed - Transformer (1972): Paseando por el lado salvaje con Bowie
Por Sergio Ariza
Para el momento en el que Lou Reed comenzó a grabar Transformer, el neoyorquino ya había liderado a la banda más influyente de la historia tras los Beatles, la Velvet Underground, y había sacado su primer disco en solitario sin tener nada parecido a un éxito. Tanto es así, que el hombre que le produciría ese ansiado éxito, David Bowie, un ávido fan de la Velvet, había tenido un primer encuentro infructuoso con Reed en Nueva York el año anterior, uno que nos deja ver bien el nivel de popularidad de Reed en ese momento.
El caso es que Bowie había descubierto el disco de debut de la Velvet en 1966, antes incluso de que llegara a publicarse, cuando su mánager de ese momento trajo una primera copia y se la pasó a un Bowie que se convirtió en devoto del grupo neoyorquino desde ese momento. Tanto es así que, cuando finalmente logró viajar a EEUU, en 1971, lo primero que hizo fue ir a ver un concierto de la Velvet en el Electric Circus. No había mucha gente pero eso no impedía a un Bowie estático cantar todas las canciones, Waiting For The Man, White Light/ White Heat, Heroin... Bowie estaba en la gloria y no dudó un momento en ir al camerino en busca de su héroe, preguntando por Lou Reed. En el camerino estaba un antiguo miembro de la banda, John Cale, que decidió gastarle una broma al joven inglés. Tras decirle que esperara un momento, apareció de nuevo con el cantante de la banda, Bowie comenzó a hablar con él sobre composición y todo tipo de cosas, hasta que feliz con el encuentro se retiró a su hotel con un amigo neoyorquino, antes de despedirse le dijo, "no puedo ser más feliz, acabo de ver a la Velvet Underground y he estado hablando con Lou Reed", a lo que su amigo le respondió, “Lou Reed dejó a la banda hace un año, con el que has estado hablando es con Doug Yule que es el nuevo líder de la Velvet”...
No es de extrañar que, una vez que consiguió ponerse en contacto con el verdadero Reed, decidiera ofrecerle visitar Inglaterra y producirle un disco. Reed, al que le cayó bien aquel inglés, decidió aceptar, porque poco tenía que perder. Cuando llegó, Bowie estaba en pleno ascenso al estrellato a lomos de Ziggy Stardust y se puso manos a la obra llevándose consigo a su mano derecha y capitán de las Arañas de Marte, Mick Ronson, cuya importancia en la grabación sería fundamental, sirviendo de arreglista, co productor y músico principal (tocando la guitarra, el piano, además de hacer varios coros).
La mezcla fue perfecta con Reed prestando las tres mejores canciones de su carrera en solitario, Walk on the Wild Side, Satellite Of Love y Perfect Day, la segunda de ellas ya escrita en sus tiempos de la Velvet, al igual que otras tres canciones del disco, y Bowie y Ronson adornándolas con cuerdas, coros y solos de saxofón hasta convertirlas en perfectas. Solo hay que escuchar el arreglo de cuerdas de Ronson para Perfect Day o la aguda voz de Bowie al final de Satellite Of Love, una de las canciones más románticas de su carrera, para comprobar el amor incondicional de estos ingleses por el trabajo de Reed.
La tercera gran influencia del disco volvió a ser Andy Warhol, del que surgieron las también maravillosas Vicious, Andy's Chest y la mencionada Walk on the Wild Side, el recuento más famoso de personajes de la Factoría del padre del arte pop, Holly Woodlawn, Candy Darling, Joe Dallesandro, Jackie Curtis y Joe Campbell, coronado por el solo de saxo de Ronnie Ross, que había sido el profesor de Bowie en ese instrumento.
Vicious era una canción en la que sobre los acordes de la Epiphone Riviera de Reed con la que aparece en la portada, Ronson ejecutaba varias líneas en su Gibson Les Paul tan sucias y pervertidas como el protagonista de la letra, un tipo que te golpeaba a todas horas con una flor, una idea que le prestó Warhol a Reed. En Andy's Chest, sobre el intento de asesinato de Warhol, Bowie volvía a brillar con unos coros geniales. También brillaban las roqueras Hangin' 'Round y I'm So Free, y las vodivelescas New York Telephone Conversation y Goodnight Ladies, que cerraba un disco casi perfecto.
Al final, a lomos del éxito que supuso Walk On The Wild Side y Transformer, Lou Reed se convirtió en una estrella de rock, dejando atrás su pasado como figura de culto a la que podías confundir con Doug Yule, eso sí, su enorme ego se resintió al tener que compartir el éxito con su alumno más aventajado, Bowie. Y es que Transformer es un disco en el que se nota mucho la mano de éste, y la de Ronson, con Reed poniendo las excelentes canciones y los otros dos poniendo el sonido, algo que el propio Reed reconocería mucho más tarde en su carrera: "Transformer es claramente mi disco mejor producido. Eso tiene mucho que ver con Mick Ronson. Su influencia fue más fuerte que la de David, pero juntos, como equipo, eran estupendos". El resultado es el mejor disco en solitario de su carrera, aunque su esencia se halle mejor representada en otros como Berlin o New York.