Volviendo a sus orígenes

Por Sergio Ariza

Una de las cosas más increíbles de Jeff Tweedy con Wilco fue como no solo supo salir de la alargada sombra de su primera banda, Uncle Tupelo, sino que la superó completamente reinventándose varias veces por el camino. Y no era cualquier cosa, porque Uncle Tupelo no era cualquier banda, a su alrededor se había formado todo un movimiento, el del country alternativo, en el que incluso dieron el nombre, el de uno de sus discos, a la publicación que se iba a convertir en la Biblia del género, No Depression. Por eso una de las primeras cosas que hizo Tweedy con Wilco fue alejarse de la etiqueta country cada vez más, primero con el expansivo rock de Being There, luego con la luminosidad pop de Summerteeth y más tarde con el fuego experimental de Yankee Hotel Foxtrot. Así que resulta curioso verle, ya en el 12º disco de la carrera de Wilco, volviendo a sus orígenes, grabando un disco de country rock que no se oculta de serlo, con su pedal steel, su sentimiento campestre y un título que no oculta su raíz, Cruel Country.    

Ha tenido que venir una pandemia y que Tweedy haya tenido todo el tiempo del mundo para dedicarse tranquilamente a escribir, para que Wilco vuelva a tocar sus canciones en directo en el estudio, con arreglos sencillos y, normalmente, en la primera toma. Otra de las cosas en las que se nota este tiempo de obligado parón es en el número de canciones, 21, con más de una hora y cuarto de duración.  

   

El disco se abre con una frase ("Dangerous dreams have been detected / Streaming over the southern border") que nos avisa de que el título tiene un doble sentido, ese country del título va sobre el género de música pero también sobre el momento difícil que está pasando EEUU, en la segunda canción, la titular ya se puede ver la ambivalencia de Tweedy ante ello, "amo a mi país como un niño pequeño, rojo, blanco y azul. Amo a mi país, estúpido y cruel". Todo ello con su Gibson J-200 acústica como esqueleto principal y una banda entregada a la canción, con arreglos simples y espartanos, una pedal steel aquí y allá, un ritmo machacón y pocas posibilidades para que Nels Cline se luzca con su Fender Jazzmaster de 1960.
    

Hay quien lo ha comparado con Being There, por el hecho de ser doble, pero aquel tenía explosiones de rock & roll stoniano, canciones cercanas al power pop y experimentos geniales como Misunderstood, mientras que aquí todo es más homogéneo, medios tiempos acústicos, hasta en las canciones que más se salen de la norma como Falling Apart, casi rockabilly, con mucho 'twang' y Cline en la guitarra barítono emulando a James Burton, o Mystery Binds, donde se mezclan los toques country con un sentimiento casi psicodélico que hace recordar a Buffalo Springfield. Luego el disco se cierra con The Plains, un tema folk con poco más que Tweedy y su guitarra acústica, coloreada por lo que suena como una guitarra española.
   

   

Nadie puede dudar de que este es un buen disco de Wilco, posiblemente el mejor desde The Whole Love, pero creo que se hubiera beneficiado de un poco de tijera o, en caso de haber querido mantener esta duración, algo más de variedad. Pero son quejas sin importancias, cuando nos encontramos con una buena muestra de canciones de un artesano tan grande como Tweedy que nos deja maravillas como Many Worlds, una canción de casi ocho minutos en la que una espeluznante primera parte con un piano otoñal da paso a la única 'jam' de todo el disco, con Cline demostrando toda su clase. También podemos destacar A Lifetime To Find; puro country rock, con Cline tocando una parte de guitarra que podría hebr firmado el mismísimo Clarence White; o la preciosa Tired Of Taking It Out On You.
    

En definitiva, un disco con el que Wilco y Tweedy vuelven a sus orígenes en el country alternativo, volviendo a demostrar que el pozo creativo de Jeff Tweedy está muy lejos de secarse.  

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