El comienzo de una nueva etapa

Por Sergio Ariza

Tras su recordada aparición en el Festival de Wight de 1970, Taste parecía destinado al estrellato, pero problemas financieros con su mánager y lucha de egos entre sus miembros, básicamente que los otros dos componentes también querían parte del crédito que se llevaba Rory Gallagher, hicieron que la banda se separara antes de que terminara ese año.    

No fue fácil volver a salir adelante, pero el irlandés se puso a ello con todas sus fuerzas, su mánager le había dejado en la bancarrota y tuvo incluso que pedir dinero prestado a su madre, aun así, su reputación como uno de los mejores guitarristas del mundo le precedía y cuando comenzó a hacer audiciones para buscar una nueva sección rítmica llegó a tocar con Mitch Mitchell y Noel Redding. Pero hubiera sido demasiado que pocos meses después de la muerte de Jimi Hendrix Gallagher hubiera sacado el primer disco en solitario de su carrera con los dos tercios restantes de la Experience. Así que se decidió por el batería Wilgar Campbell y el bajista Gerry McAvoy, también irlandeses, y aquello tampoco estuvo nada mal.
   

     

En febrero de 1971 comenzó a grabar su homónimo disco de debut, una obra en la que continuaba donde Taste lo había dejado, abriéndose con el potente riff de Laundromat, un blues rock fabuloso. Pero con la segunda canción demostraba que sus intereses iban más allá del blues, con la preciosidad acústica Just A Smile, en la que se notaba su admiración por un guitarrista con el que colaboraría más adelante en su carrera, Bert Jansch.
   

Luego llegaba una de las mejores canciones de su carrera, I Fall Apart, que demostraba que más allá de sus piezas más volcánicas, Gallagher solía ofrecer lo mejor de sí mismo en sus medios tiempos y baladas. Y es que cuando Rory bajaba el tempo la magia solía aparecer a borbotones. Sirva como ejemplo esta canción en la que construye un magnífico crescendo hasta que se desata con un brutal riff que sirve de preámbulo para un solo en el que su Strato vuela libre enchufada a un Vox AC30, actuando como clímax final. 
    

     

Wave Myself Goodbye
es un blues acústico con Vincent Crane al piano, en el que Gallagher recuerda a Clapton a la voz. Mucho mejor es Hands Up, puro Rory, una de esas piezas con las que incendiaba los escenarios de medio mundo, a pesar de su conocido miedo a los aviones, un desparrame rock con el que volvía a demostrar su enorme calidad a las seis cuerdas.
   

Abría la segunda cara Sinner Boy, comenzando lenta pero subiendo poco a poco hasta alcanzar el nivel de intensidad de Hands Up, sobre todo en el momento en el que entra su espectacular slide. For The Last Time era un brillante medio tiempo que trataba sobre la agridulce separación de Taste. La amargura se veía reflejada más en la música, con su Stratocaster sonando excelsa, que en la letra. Con solo 23 años se puede apreciar a un maestro absoluto de su instrumento, capaz de sacar la mayor de las emociones de él. Puede que Rory no fuera un dechado de virtudes escribiendo letras pero con sus melodías y su trabajo a la guitarra era capaz de expresarse con la misma emoción que un poeta laureado.
    

    

It's You
es juguetona y tiene un ligero toque country, con su guitarra sonando casi como una pedal steel y añadiendo una mandolina. En I'm Not Surprised vuelven a aparecer las influencias del folk británico, aunque con un punto muy bluesero. Mientras que Can't Believe It's True es el notable cierre, una canción con ligeros toques jazzy a lo que suma el hecho de que Gallagher también toque el saxofón alto. McAvoy demuestra que va a ser el bajista fundamental de su carrera poniéndole un perfecto fondo para que se luzca con un gran solo en el que lucen sus armónicos.
   

Rory Gallagher
salió al mercado un 23 de mayo de 1971 y no hizo falta de la presencia de Mitchell o Redding para demostrar al mundo que la guitarra eléctrica había encontrado al heredero legítimo de Hendrix.
    

Galería de foto