Un repaso a la carrera de los Doors a través de sus discos de estudio
Por Sergio Ariza
Los Doors son una de las grandes bandas que nos dieron los años 60, representando como pocas los excesos e ideales de aquellos años de sexo, drogas y rock & roll. Evidentemente las letras y la presencia de su carismático cantante, del que este 3 de julio se cumplen 49 años de su muerte, siguen siendo lo que más se recuerda de ellos pero convendría recordar que los Doors eran mucho más que Jim Morrison, y que tanto la batería jazz de John Densmore, como el órgano con tintes clásicos de Ray Manzarek o las originales notas que salían de la SG de Robby Krieger, eran fundamentales en la mezcla. Desde Guitars Exchange queremos repasar su carrera a través de sus discos de estudio, eso sí parando en el momento en el último disco en el que colaboraron los cuatro, L.A. Woman.
The Doors (1967)
Si los Doors solo hubieran grabado este disco, su leyenda y la de su cantante, Jim Morrison, seguiría siendo igual de grande. Uno de los mejores debuts de la historia, The Doors es una llamada a la rebelión y a la rebeldía por parte de una banda que fue la imagen de todo lo peligroso que rodeaba a la juventud y al rock. Si musicalmente suena tan perfecto es porque la banda llevaba más de un año tocando esas canciones en directo en lugares como el Whisky a Go Go de Los Ángeles. Fue allí donde Morrison desarrolló su sentido de la teatralidad, lo que le llevó a ser expulsado del local cuando emuló a Edipo gritando aquello de "¿Madre? Sí, hijo... Quiero follarte". A pesar de que en el disco se editó para que no se escuchara, The End sigue siendo una de las canciones más perturbadoramente bellas de la historia del rock que lo mismo sirve como apoyo a las teorías sexuales de Freud que como inmejorable banda sonora de la locura de la guerra de Vietnam en Apocalypse Now. Pero es que el disco va mucho más allá de The End, no en vano suena a grandes éxitos de la banda y entre sus canciones también aparecen monumentos como Light My Fire, Break On Through (To the Other Side) o The Crystal Ship, además de un par de excelentes versiones que nos cuentan bastante sobre los gustos de los angelinos, el Back Door Man de Howlin’ Wolf y el Alabama Song (Whisky Bar) de Bertolt Brecht y Kurt Weill. Blues y cabaret se daban de la mano para crear a una de las estrellas definitivas del rock.
Strange Days (1967)
Strange Days se editó unos pocos meses después de su debut. La compañía quería aprovechar el tremendo éxito de la banda y, por suerte para ellos, todavía contaban con una buena colección de canciones compuestas en sus primeros días que no habían entrado en su primer disco. A pesar de que el disco esté formado principalmente de descartes de su debut, el nivel del disco es increíble, con clásicos tan evidentes como People Are Strange, una de las pocas canciones nuevas que habían compuesto expresamente para el disco, o Love Me Two Times, en la que vuelven a dejar clara su pasión por el blues, además de los más de diez minutos de la épica When The Music's Over en la que Jim Morrison dejaba bien claro que su fin seguía siendo su único amigo: "Cancelen mi suscripción para la Resurrección". Más de diez minutos de épica en la que vuelven a brillar todos, con Krieger utilizando una SG y un pedal fuzz Gibson Maestro. El único problema del disco era que sus similitudes con su debut eran evidentes, hasta en el cierre con una canción épica de más de 10 minutos, pero no cabe duda que en menos de un año los Doors habían entregado dos discos sobresalientes.
Waiting For The Sun (1968)
Este es el disco en el que se empiezan a ver los primeros síntomas claros de un bajón compositivo pero, a pesar de todo, Waiting For The Sun cuenta con varias canciones muy interesantes. La mejor del lote es Love Street, una de las canciones más bonitas de su trayectoria escrita por Morrison para su novia Pamela Courson y el lugar en el que vivían juntos, una calle de Laurel Canyon a la que habían apodado "la calle del amor". También aparece en este disco su segundo número uno, Hello, I Love You, un tema irresistible pero que es evidente que se inspira en el All Day And All Of The Night de los Kinks y que también procedía de sus primeros tiempos, habiendo sido compuesta en 1965. Otra canción que repescaron de esa primera época es la etérea Summer's Almost Gone, otra de sus mejores baladas. El disco se cierra por todo lo alto con Five To One, uno de sus temas más potentes, donde el solo de Krieger terminaría inspirando el de Ace Frehley de Kiss en She que, a su vez, serviría de inspiración al de Mike McCready de Pearl Jam en Alive. Tres décadas (60, 70 y 90) y tres sonidos totalmente distintos (rock, glam y grunge) unidos por un mismo solo.
The Soft Parade (1969)
El estancamiento de la banda se vería confirmado por The Soft Parade, el peor disco en estudio de la banda, lleno de vientos y cuerdas, alejándose del sonido propio del grupo que, en esos momentos, parecía poco más que la banda de acompañamiento de Morrison. A pesar de todo había momentos brillantes como la canción de Krieger, Touch Me, o su guitarra en la canción titular. Pero canciones como Runnin' Blue o Do It solo pueden calificarse como relleno y el sonido agresivo y primario de la banda se abandona por un sonido orquestal que no les sentaba nada bien. Morrison, por su parte, tampoco parece especialmente inspirado líricamente y entrega sus letras menos inspiradas.
Morrison Hotel (1970)
Morrison Hotel les vio recuperar mejores sensaciones. El blues vuelve a primera línea y Morrison se despereza un poco. La banda estaba picada en su orgullo al verse fuera de Woodstock y de los grandes festivales de la época, así que tras el desastre crítico de The Soft Parade, optaron por una vuelta a las raíces y volvieron con fuerza. Publicado en 1970, el disco se vio favorecido por este enfoque y contó como mejor ejemplo con Roadhouse Blues, una canción que se convertiría en fija en sus conciertos. Para su grabación Manzarek utilizó el mismo piano que se había utilizado en el Good Vibrations de los Beach Boys y contaron con la ayuda de John Sebastian, de los Lovin' Spoonful, a la armónica y Lonnie Mack al bajo, aunque la canción pertenece totalmente a un Morrison en su mejor versión 'bluesman' con coma etílico. Pero es que, además de su canción más importante, aquí también había cosas como Peace Frog o Waiting For The Sun, que confirmaban que su vuelta al rock & roll les había sentado muy bien.
L.A. Woman (1971)
L.A. Woman, el último disco con Jim Morrison (y por tanto el último que contamos aquí), fue la confirmación de esa mejoría, se trata de su mejor disco desde el lejano 1967. Baste con escuchar la introducción de Riders On The Storm con el Fender Rhodes de Manzarek entretejiéndose con el sonido de la lluvia y los truenos para saber que estás ante algo especial. Luego entra la voz de Morrison, doblada por el propio cantante en un suspiro que le da un efecto de eco, y es como si alguien estuviera pronunciando un hechizo. Y es que la canción es tan hipnótica y amenazante, como el magnífico solo de Manzarek. Fue la última canción que los cuatro Doors originales grabaron juntos y la última que vio publicada Morrison antes de su muerte el 3 de julio de 1971 pero, desde luego, no es la única maravilla que contiene este disco. En la canción titular Morrison entrega una de sus mejores interpretaciones, suena en éxtasis, contento de volver a formar parte de esta banda, mientras que Krieger se luce tocando una Les Paul del 54 en vez de una de sus queridas SG. Por otra parte Love Her Madly es una de las mejores canciones escritas por el guitarrista y Hyacinth House otra prueba más de lo bien que combinaban las referencias clásicas de Manzarek con la poesía de Morrison. Una pena que el grupo no pudiera continuar en un momento de absoluto pico creativo. Pero Morrison decidió no retrasar más su ineludible cita con su amigo: "And I'll say it again, I need a brand new friend, the end".