Eric Clapton - Live At The Royal Albert Hall (2022)
Por Eva Garcia de la Fuente
Soñé que era 'The Lady in the Balcony'
Estaba tumbada en el sofá del salón de la casa de un amigo. Sonaba el vinilo del último disco de Eric Clapton, The lady in the Balcony: Lockdown Sessions. Cerré los ojos, y cuando estaba a punto de alcanzar el cielo, desperté en un “balcón” del Royal Albert Hall. Era el primer concierto del Spring 2022 UK / European tour.
Desde su debut en 1964, Clapton ha tocado más de 200 veces en el Royal Albert Hall. Ha sido casi su segunda casa durante los más de 50 años que lleva tocando. Estaba totalmente lleno, no cabía ni un alfiler, incluso había gente de pie en el último piso, con los prismáticos para no perder detalle. Pensé: ¡aprovechemos este magnífico sueño!
Fui a por una cerveza. Eric por aquí, Eric por allá, Eric estuvo, Eric vino. Haciendo cola en la barra del bar parecía que todos íbamos a ver a un amigo.
Muchos como yo, habíamos conseguido milagrosamente cambiar las entradas del concierto de 2020 que fue cancelado por la pandemia de Covid. El 7 de mayo de 2022 estaba sold out. Nunca se sabe cuándo va a ser el último directo de estos monstruos legendarios.
Me sorprendió cuando me di cuenta de que todo el teatro estaba listo, ordenado y sentado para ver a los teloneros. Tanta expectativa debía merecer la pena, tocaba Andy Fairweather Low. Andy es de la quinta de Clapton, unos 73 años, con un curriculum impresionante como guitarrista, compositor, productor y vocalista. Durante los últimos anos, acompaña a Eric pero también fue un guitarrista habitual de George Harrison, entre otros. No debe ser fácil ser telonero de Eric Clapton, pero reconozco que sus 30 min fueron excepcionales.
Primera parte del concierto, eléctrica.
Eric cogió su Stratocaster, “me mira” y canta: “Take me by my the hand and Lead me to the Water”. Y yo pensé: ¡contigo al infinito y más allá!…Era la primera canción y todos estábamos ya completamente entregados. Eric no habla, no cambia de guitarra y casi no hace pausas entre canciones, así que siguió del tirón, y de apoyo le acompañaron Andy y todos los demás. Llevaba mucho y muy buen soporte. Fueron 30 min que pasaron en un segundo.
Segunda parte del concierto, acústica.
Eric se quitó la chaqueta, se sentó en la silla de su casa, sobre una alfombra muy acogedora, y comenzó a tocar su guitarra. Los primeros acordes ya provocaron un tsunami en el teatro, casi no se oía la música por los aplausos: era el turno de la versión acústica de Layla. Todas las mujeres allí presentes hemos querido ser Layla en algún momento de nuestra vida. Cuando aún no nos habíamos recuperado, continuó con Tears in Heaven, y como todos sabemos lo que esta canción representa para él, más de uno terminó llorando. Y, por si fuera poco, ese momento íntimo y sentimental, tan cercano al público, lo remató con Wonderful Tonight. En fin.
Tercera parte del concierto, eléctrica.
Eric se puso en pie. Durante unos minutos de pausa, todos recuperamos la compostura y aproveché para echar una ojeada a la equipación de Doyle Bramhall II, que acompaña a Eric en los conciertos desde hace años: Fender telecaster, Gibson ES-335 y una interesante pedalera bien poblada (dos ‘COB’ y un ‘Experience’ de Prescription Electronics, ‘The Zoink Machine’ de Acid Fuzz, además de los clásicos ‘Fuzz Face’ de Dunlop, el reverb ‘Flint’ de Strymon y el chorus ‘Blue Hippo’ de Way Huge, entre otros).
Layla volvió a sonar en su mejor versión, la original, la eléctrica, durante al menos 10 minutos. Eric encadenó una canción con otra hasta le extenuación. Se cansó, o se hartó, ¿quién sabe? y se fue.
Como el público no se movía del asiento, nos regaló un extra en el que cantaron el bajista, el guitarrista y el teclista. Claramente no había intención de ser más generoso que lo justo y necesario. Y tal cual, desapareció. En su línea.
Después de dos horas de sueño profundo, desperté sola en mi “balcón”.