La esencia de un genio

Por Tom MacIntosh

Roy (Leroy) Buchanan nació un 23 de septiembre de 1939 en Ozarks, Arkansas, hijo de Bill, un granjero, y Minnie, ama de casa. A los dos años la familia se trasladó a Pixley, California, a la edad de cinco años cogió su primera guitarra y para su noveno cumpleaños sus padres le compraron una Rickenbacker roja 'lapsteel' y le enviaron a que recibiera clases durante tres años. Su profesora era la señorita Clara Presher quien, después de todas esas clases, descubrió que el chico no sabía leer música, lo había hecho todo de oído. Le rompió el corazón, así que le dijo "Roy, si no vas a tocar con sentimiento, mejor no toques".  

Escuchaba a otros guitarristas 'steel' en la radio como Jerry Byrd, que hizo a la guitarra 'steel' parte integral de la música country. En Bakersfield, había otro nuevo sonido con la Telecaster con gente como Buck Owens y Roy Nichols. Roy lo absorbió todo y podía tocar cualquier cosa que se escuchara en la radio nota por nota. Cuando cumplió los 12 se unió a su primera banda, The Waw Keen Valley Boys, derribando la casa abajo noche tras noche. En el instituto formó su propio grupo, The Dusty Valley Boys, con sus amigos Bobby Jobe y Darrell Jackson. Al poco tiempo, tanto él como Jobe encontraron trabajo profesional en los 'honky tonks' bajo el liderazgo de Custer Bottoms. En ese momento el interés de Roy en la música era mucho mayor que el que tenía en la escuela, así que se marchó de casa a los 15 años y se fue a vivir con su hermana mayor y su hermano. Se llevó consigo una Martin acústica y una guitarra eléctrica de caja Gibson. Su talento natural floreció haciendo que su sonido eléctrico sonara como el acero, haciendo ‘bending’ en las cuerdas con resultados increíbles. Los primeros sonidos del rock and roll con influencias del R&B se convirtieron en la nueva moda con el Mistery train de Elvis Presley, y el joven Roy se apuntó al vagón.
 

Tuvo su primera oportunidad trabajando como guitarrista de sesión en el ‘Oklahoma Bandstand’ de Tulsa. Una noche Dale Hawkins, el ‘tornado humano’, hizo su aparición con su éxito Suzie Q (que había grabado con James Burton) y los dos conectaron inmediatamente. Fue el comienzo de la odisea de Roy en el rock and roll. En 1958 grabaron My Babe de Willie Dixon en los estudios Chess. Fue la primera grabación comercial de Roy. Estuvieron juntos en la carretera durante dos años, donde profundizó en ese talento natural que asombraba a todos donde quiera que tocaran. También aprendió a beber, pelear y dormir en cualquier parte con la ayuda de esas pequeñas pastillas blancas que eran parte del equipaje de cualquier roquero en aquellos tiempos.
 

Durante los siguientes años Roy tocó en diferentes bandas con el renombrado bajista Joe Osborn, y salieron de gira por el país con gente como Jerry Hawkins y Bob Luman. En 1960 hizo dos versiones del clásico After Hours (también conocido como el ‘himno nacional negro’), una con un toque reposado y la segunda cruda y frenética. Esto le estableció como uno de los guitarristas más hábiles de su tiempo. Tenía solo 21 años. Había otros guitarristas blancos de blues remarcables como Link Wray o Travis Womack pero ninguno podía igualar su innegable talento. Fue entonces cuando pasó de Gibson a una Fender Telecaster de 1953, ‘Nancy’, y las cosas se volvieron más intensas. Podía exprimir el blues más dulce o hacerla llorar para las canciones country. Además se inventó sus famosos ‘pinch harmonics’, también conocidos como ‘squelch picking’ y que se pueden escuchar en Potato peeler (1962). Se trata de una técnica para conseguir armónicos artificiales del instrumento cuando la mano que toca coge levemente la cuerda después de haberla tocado, dejando una de las armonías dominar el sonido.
 



También se le da crédito retrospectivo por haber inventado el sonido ‘wah wah’ al hacer un ‘bend’ con la mano izquierda mientras la derecha manipula el control del volumen. Lo hizo a su manera y así fue.  

En 1961, mientras estaba de gira con Dale en Canadá conoció al primo de Dale, Ronnie Hawkins, que vivía en Toronto. Ronnie era el rey de la calle Yonge, el centro del mundo del entretenimiento de la ciudad, y al poco convenció a Roy para que se uniera a su grupo Ronnie Hawkins & the Hawks. Así fue como conoció al joven Robbie Robertson y le pudo enseñar todos sus trucos. Cuando Robbie le preguntó cómo era posible que conociera todos esos ‘licks’, Roy le contestó “soy medio lobo”. Irónicamente terminó tocando el bajo en la grabación más famosa de Hawkins, Who do you love. Al poco volvió a los EEUU mientras que el resto de los Hawks se terminarían convirtiendo en los legendarios The Band.
 

A finales de los 60, teniendo una familia cada vez más numerosa que alimentar, y estando enredado en ‘el problema de la heroína’, se sintió solo y depresivo y, brevemente, abandonó el mundo de la música, llegando a aprender para convertirse en barbero, en un intento de desengancharse. Pero, a pesar de todo, ‘la llamada’ era demasiado grande y un año después se unió a la Danny Denver Band, que eran un grupo con tirón en Washington D.C.. Se ganó un nombre por su estilo ecléctico, sus improvisaciones con mucho soul y su compromiso con su sonido. Era tan intimidante que incluso Jimi Hendrix reclinó a subirse con él. Cuando Roy fue a ver a la Jimi Hendrix Experience en Washington se disgustó cuando vio que ‘sus’ sonidos, que había conseguido sacar trabajosamente de su Telecaster a través de un amplificador Fender Vibrolux, se conseguían ahora con pedales. Aun así, como todos los demás, quedó impresionado por Hendrix, legando a hacer varias versiones de sus canciones tanto en estudio como directo, por ejemplo, If 6 was 9 o Hey Joe.
 

Las cosas se volvieron mucho mejor en 1971 cuando la PBS emitió un documental llamado Introducing Roy Buchanan. Esto le consiguió un contrato con Polydor y reconocimiento de gente como John Lennon o Merle Haggard, además de una invitación para tocar en los Stones que le valió el apelativo de “el hombre que rechazó a los Stones”. Grabó cinco discos para la compañía, uno de los cuales, Second Album (en la que figura After Hours) llegó a disco de oro. Logró otro disco de oro con Loading Zone, producido por el famoso bajista Stanley Clarke para Atlantic. Su siguiente disco fue You’re Not Alone, que vendió bien pero que la compañía no consideró que tuviera la suficiente calidad. Roy se fue distanciando de lo que había sido y la compañía luchaba por encontrar material nuevo. Estaba frustrado con las sesiones de grabación y reconocía que era culpa suya.
 

En 1981 paró de grabar, malhumorado y perseguido por sus propios demonios, sin olvidar la fruta prohibida… Pero no se puede retener a un hombre bueno y fue atraído nuevamente al estudio por Alligator Records. Su primer disco fue When A Guitar Plays the Blues, en el que tuvo libertad artística total. Sacaría su segundo disco, Dancing on the Edge, en el que cambiaría su Telecaster por una Gibson Les Paul goldtop. Al final llegó a grabar 12 discos, siendo Hot Wires el último en 1987.
 



El documental de la PBS que hemos mencionado es conocido a veces como ‘El guitarrista desconocido más grande del mundo’. A pesar de su abundante talento, creatividad y pericia, fue un hombre al que no le interesaban los focos, “la razón por la que no llegué a triunfar a lo grande era porque no me interesaba nada si lo conseguía o no. Lo único que quería era tocar la guitarra para mí mismo, no me importaba nadie más”. Pero a los demás sí que les importó él, recibiendo efusivo elogio y admiración de muchos grandes nombres del blues y el rock, de Jeff Beck a Jerry Garcia, que envidiaba esos “increíbles ‘chops’”, incluso gente del jazz como Les Paul, Charlie Byrd y Mundell Lowe, que no eran grandes entusiastas del blues rock, confesaron su admiración por su talento.
 

La muerte de Roy Buchanan, un 14 de agosto de 1988, llegó a la vez como un shock y un misterio para el mundo. Fue encontrado colgado en su celda de la prisión de Fairfax, Virginia. El informe oficial habló de suicidio, pero otras fuentes llegaron a afirmar que fue golpeado por la policía mientras estaba borracho. Fue trágico. Se había perdido la maestría de uno de los grandes de la guitarra, alguien que podía cambiar de estilo con facilidad, del country al blues, del bluegrass al flamenco en unos pocos riffs (algo que todavía asombra y que tiene completo sentido). Este genio imparable se había detenido… pero su esencia permanece.  

Roy Buchanan dejó una profunda huella en la historia del blues rock. La suya es un pequeño paso para la música y un salto de gigante para cualquier guitarrista que haya venido después.