Toto (1978)
Toto
Se merecían aquel Grammy de 1979 al mejor artista novel. El premio se lo llevó A Taste of Honey, un grupo de música
disco que no ha pasado precisamente a la Historia, pese a que el álbum de debut
de Toto arrasaba en tiendas y
emisoras. La crítica, sin embargo, se tiró a degüello, algo que se convirtió en
una costumbre con pocas excepciones, dejándolos a las puertas de un
reconocimiento que tendría que esperar hasta 1983. “La banda más incomprendida
del mundo”, se quejó en cierta ocasión su líder, Steve Lukather, cuya calidad como guitarrista al menos nadie puso
en duda desde el primer acorde. Tampoco la de sus compañeros, Jeff Porcaro, Bobby Kimball, David Hungate
y David Paich.
Este último es uno de los principales
responsables para bien y para mal como compositor de ocho de las diez canciones
del disco, entre ellas Hold the Line, su primer gran éxito,
pero también otras que la prensa especializada con Rolling Stone a la cabeza
se empeñó en poner como ejemplo de un disco irregular que no terminaba de dar
la talla. Temas como Manuela Run eran señalados con el dedo. La banda se defendía con su
condición de outsiders en un momento en que Clash y Sex Pistols eran
el punto de referencia.
Ambas partes tenían algo de razón. Toto
no deja claro cuál es su camino con tanto cruce entre el funk, el rock, el pop y todos los subgéneros que se
quieran. En realidad no lo conseguirían hasta su redondo IV unos pocos años
después, pero desde luego no se valoró como se merecían las guitarras de I’ll
Suply The Love enganchando los riffs distorsionados con la pista de
baile magistralmente, o delicatesen como Georgy Porgy, otro de los hits del
disco, en la que Lukather se luce
bajo los teclados de un genial Porcaro.
Lo que no se discutió ni se discute es la
calidad de una de las bandas más influyentes en el rock y el pop en la
recta final del siglo XX. Y con el tiempo aquellas críticas han quedado para
los anales de los errores históricos. En 1978 se destacó su cuidada producción
y el alto nivel técnico de los miembros de Toto,
una fama en la que dominaba la sombra de su guitarrista.
De Steve
Lukather dicen las enciclopedias que ha participado en más de 1.500 discos
como músico de estudio sin contar su carrera personal tanto en Toto como en solitario. Es conocido,
además, por bastarle apenas una toma para cumplir con su parte. No es lo más
importante de su biografía pero resume cuál ha sido su papel y su influencia en
la música de los 80 en adelante. Su truco es muy simple: tocar con la
intensidad de Jimi Hendrix y la
maestría de Al di Meola, dándole al
rock la flexibilidad del jazz más un toque personal inconfundible que cuatro
décadas después de que los Grammy le
dejaran con las miel en los labios le ha permitido acumular cinco en su
colección. Ironías del destino.