La turbulenta banda sonora del fin de los 60
Por Sergio Ariza
A medida que se aproximaba el 31 de diciembre
de 1969, más que el final de la década parecía el final del mundo,
principalmente en unos EEUU metidos en una espiral de violencia de la que no
parecían salir. Lo cadáveres de sus jóvenes seguían llegando en ataúdes desde
Vietnam, sus líderes eran tiroteados, como Martin
Luther King o Robert Kennedy, y
el sueño hippie de la “paz, el amor y la
música” estaba empezando a ver su reverso tenebroso cuando a principios de
diciembre de 1969 fue detenida la 'familia Manson' por varios asesinatos. Los
encargados de poner una banda sonora a todas estas turbulencias fueron unos Rolling Stones que estaban inmersos
también en esta loca espiral y, a la vez, alcanzando su plenitud como banda.
1969 fue el año más importante de su
tumultuosa historia, en 1968 habían comenzado con su etapa de esplendor con el
magnífico Beggar's Banquet y Jumpin' Jack Flash, 1969 fue la
confirmación. A principios de año comenzaron a grabar este disco, durante las
sesiones se dieron cuenta de que Brian Jones estaba en una condición
que le impedía aportar prácticamente nada, así que fue despedido en junio. Un
mes más tarde apareció muerto en su piscina y los Stones transformaron su
concierto gratuito en Hyde Park, que estaba programado para dos días después,
en un tributo a su miembro fundador. Fue la presentación también de su
recambio, el joven Mick Taylor, y la primera vez que
actuaban en directo en casi tres años. También fue el momento en el que
utilizaron por primera vez la famosa frase "la banda de rock & roll más grande del mundo" para
presentarles. Un día antes había aparecido en el mercado otro de sus sencillos
más míticos, Honky Tonk Women.
Fue la preparación perfecta para su gira
americana. De allí saldrían uno de los primeros discos piratas de la historia, Live'r Than You'll Ever Be, uno de los
mejores discos en directo de todos los tiempos, Get Yer Ya-Ya's Out!, y una película documental que explica mejor
que ninguna otra el final de los 60, Gimme
Shelter. No es para menos fue una de las giras más importantes de todos los
tiempos, además de ser la que sirvió para consolidar el papel de cada uno en la
banda, Keith Richards se convirtió en Keith
Richards, el pirata del rock, Mick Jagger
demostró que no había otro ‘frontman’ como él, Bill Wyman no regaló una
sola sonrisa, Charlie Watts no perdió una sola vez el tempo y
Taylor demostró que con su guitarra
a bordo la banda nunca antes había sonado mejor. Mucho tuvo que ver la mejoría
de los equipos al final de la década que permitían sobreponerse a los alocados
gritos de las fans. La etapa adolescente había quedado atrás, esto era cosa
seria y se iba a los conciertos a escuchar música, no a contemplar ídolos pop.
Y como remate estuvo Altamont, un despropósito considerable que supuso la
pérdida definitiva de la inocencia del rock y su conversión en un negocio. Ya
lo anticipaban en Gimme Shelter
"la violación y el asesinato, están
solo a un tiro de distancia...".
Como si fuera una profecía, Let It Bleed se publicó el 5 de
diciembre de 1969, un día antes de la actuación de Altamont, dos días antes
habían grabado Brown Sugar, que
tocarían por primera vez en Altamont, y Wild
Horses en los estudios Muscle Shoals de Alabama, dos canciones que no
verían la luz hasta 1971 pero demostraban que no es que los Stones estuvieran
en racha, es que se encontraban en el mejor momento de su carrera.
El disco se abría con la apocalíptica Gimme Shelter, nunca una canción ha
ejemplificado mejor un año que esta con 1969, se avecinan tormentas y hay que
buscar refugio, fue la canción que puso final a ese increíble documental sobre
la gira americana de los Stones que hicieron los hermanos Maysles. Keith Richards puso todas las guitarras en la canción,
ante la nula presencia de Jones y la aparición tardía de Taylor, pero fue otro
guitarrista del que aprendería la afinación que se convertiría en su marca de
la casa y sería el núcleo del 'sonido Stone' para el resto de su existencia. Ry Cooder participó en las sesiones
de Let It Bleed, aunque al final solo
aparece tocando la mandolina en Love In
Vain. Pero durante la grabación estuvo haciendo 'jams' con el resto de la
banda como se puede comprobar en el disco Jamming
With Edward que los propios Stones publicarían en 1972. Allí utiliza su
conocida afinación abierta para slide que Richards convertiría en la fundación
de su estilo rítmico. Uno de los primeros ejemplos fue en Gimme Shelter, cuyo conocido riff de inicio es uno de los mejores
de su carrera. Para esta grabación Richards utilizó una Maton Supreme Electric
777 que alguien había dejado en su casa para que "la cuidara".
Richards se la llevó a la grabación de Let
It Bleed y grabó con ella dos de sus canciones más recordadas, Midnight Rambler y Gimme Shelter, antes de hacerse añicos tras grabar esta última.
Para el resto del disco Keith usó otras guitarras como su Les Paul Black Beauty
o una ES-330TD.
Después de la tempestad inicial llega la calma
con Love In Vain, su maravillosa
relectura de un tema de Robert Johnson,
al que convierten en una especie de country blues con la ayuda de dos músicos
que tendrán una enorme importancia en su nuevo sonido, Ry Cooder, a la
mandolina, y Gram Parsons, el nuevo
mejor amigo de Richards, uno de los padres del country rock con los Byrds y los Flying Burrito Brothers (no en vano, aparecería con estos últimos
en Altamont). La sombra de Parsons se sigue apreciando en la siguiente canción,
Country Honk, la versión que muestra
cómo fue compuesta originalmente Honky
Tonk Women, con un excelente trabajo de Byron Berline al 'fiddle', una de las dos apariciones de Taylor en
el disco, aquí tocando el slide, y un sonido totalmente country.
La siguiente canción es fundamental a la hora
de adelantar el sonido de los Stones de las siguientes décadas, con Taylor y
Richards a las guitarras dando ese sonido sucio y fanfarrón y la primera
aparición de otro elemento fundamental de los Stones, el saxofonista Bobby Keys que se luce con un espléndido
solo. La canción titular es otro de esos temas vacilones que tan bien se le dan
a sus Satánicas Majestades, con un codazo y un guiño a los Beatles en el título, Richards demostrando que ha aprendido a la
perfección de Cooder y su slide, y una espectacular aportación al piano del
Stone en la sombra, Ian Stewart.
Midnight
Rambler abre la segunda cara por todo lo alto, un
blues rock espectacular que se convertirá en una de las piezas esenciales de
sus directos en la que Keith toca todas las guitarras, utilizando una afinación
normal para las guitarras principales y la afinación en Mi abierto para el
slide. You Got The Silver, la primera
canción cantada en solitario por Keith, es una acústica declaración de amor
para Anita Pallenberg, una ironía
teniendo en cuenta que fue la última canción en la que participó Brian Jones,
su ex, con los Stones. Monkey Man es
otro subidón de adrenalina en el que Jagger se desgañita cantando cosas como:
"Bueno, espero que no seamos
demasiado mesiánicos o un poco demasiado satánicos, pero nos encanta tocar
blues".
Finalmente se cierra con uno de los pocos
rayos de esperanza del disco, y una de las mejores canciones de su carrera, You Can´t Always Get What You Want, con
Keith en la acústica y la participación del Coro Bach de Londres. Es un
perfecto resumen para los nubarrones que se apreciaban tras una década de
sueños, "no siempre puedes conseguir
lo que quieres pero, si lo intentas un poco, podrías encontrar que consigues lo
que necesitas". En la carpeta interior la banda daba una pista de cómo
era la única forma de escuchar esta maravilla: "Este disco debe ser reproducido al máximo volumen".