Manteniendo viva la llama del rock & roll
Por Sergio Ariza
Dan
Auerbach y los Black
Keys han sido unos de los principales adalides para mantener viva la llama
del rock en el Siglo XXI, haciendo que esta música suene más allá de las casas
de sus seguidores de siempre y habiendo logrado convertir a más de un milenial
en converso a la religión del rock & roll y las guitarras. Solo por eso ya
le tendríamos en la más alta estima pero es que, en un lugar en el que adoramos
al instrumento de las seis cuerdas, nos resulta especialmente fascinante un
tipo con un gusto tan variado, y sorprendente, como el suyo.
Daniel
Quine Auerbach nació un 14 de mayo de 1979 en Akron,
Ohio, dentro de una familia de amantes de la música, su primo segundo era el
también excelente guitarrista Robert
Quine, su padre tenía una extensa colección de vinilos de blues y la
familia se reunía para tocar bluegrass. Así que cuando el joven Auerbach
decidió que aquello le gustaba le compraron una Martin acústica como la de los Stanley Brothers. Y cuando, tras
descubrir a Hound Dog Taylor,
decidió pasarse a la eléctrica, su madre le compró una Stratocaster blanca. Eso
se llama empezar por todo lo alto, una Martin acústica y una Strato eléctrica,
pero Auerbach no iba a seguir caminos trillados, ni en cuanto a lo musical, ni
en cuanto a su elección de instrumentos. Durante una visita a una tienda de
instrumentos en Cleveland el dependiente le convenció para que cambiara su
Strato por una Teisco Del Rey azul. Auerbach no se arrepentiría nunca y sería con
aquella guitarra con la que, con una afinación en Re Mayor como Hound Dog,
formaría su primera banda en el instituto.
En el instituto se hizo amigo de su vecino Patrick Carney y comenzaron a tocar
juntos. Aun así todavía no tenía muy clara su vocación, así que se matriculó en
la Universidad. Sería allí donde descubriría al músico que le llevaría
definitivamente a dedicarse por completo a la música, Junior Kimbrough. Obsesionado con el músico de blues, Auerbach
estudiaba los discos de este en vez de lo que le enseñaban en la carrera. Al
final decidió dejar los estudios, formar una banda y comenzar a tocar por los
garitos de la ciudad. Pasó un tiempo y Auerbach vio claro que si quería
conseguir bolos fuera de su zona tenía que grabar una maqueta. A la única persona
que conocía con el equipo adecuado para hacerlo era a Carney, así que se lo
pidió y este accedió. Pero cuando llegó la fecha ninguno de los músicos de
Auerbach se presentaron a la cita. Para impedir que este se viniera abajo,
Carney sacó las baquetas y comenzaron a hacer una 'jam' como en sus tiempos en
el instituto. Aquello no sonaba nada mal, así que grabaron la maqueta ellos
solos y se la enviaron a una docena de sellos. Al poco tiempo una pequeña
discográfica de Los Ángeles, llamada Alive,
les fichaba. Habían nacido los Black
Keys.
A principios de 2002 ya estaban grabando su
disco de debut. No buscaron ningún productor famoso ni nada por el estilo. El
disco se grabó en el estudio casero de Carney, con dos micrófonos y un 8
pistas. Es una grabación cruda y con mucho eco, con Auerbach buscando el riff
con ahínco y Carney aporreando la batería como si en ello le fuera la vida. En
las cuatro versiones se podían ver claramente sus influencias, el disco se
abría con Busted del bluesero R.L. Burnside, luego llegaba el Do the Rump del ídolo de Auerbach,
Junior Kimbrough, la tercera versión era el She
Said, She Said de los Beatles y,
por último, el No Fun de los Stooges. Es decir raíces blues, gusto
por la melodía y una apuesta por la energía y el ruido de los de Iggy Pop. En canciones como Leavin' Trunk se podía apreciar que
Auerbach había aprovechado bien las lecciones de Kimbrough como guitarrista.
El disco se tituló The Big Come Up y se publicó el 14 de mayo del 2002. Vendió pocas
copias pero los que se hicieron con él lo pusieron por las nubes. Entre ellos
estaba el mismísimo David Lynch que
no dudó en comprar otra copia y regalársela a Billy Gibbons cuando fue a
visitarle a su casa. El disco le gustó lo suficiente al de ZZ Top como para ir a verlos en directo, y convertirse en fan, y
amigo, para toda la vida. Gibbons pasó a saludarles y les dijo algo que sería
muy importante para mantener su fe en sí mismos, en un momento en el que
viajaban de concierto a concierto en su destartalada furgoneta y perdían dinero
con el grupo, "No sé cómo hacéis esto, tíos, pero no lo cambiéis. Está
funcionando".
El boca a boca del primer disco hizo que les
fichara una nueva discográfica, Fat Possum,
que les llevó a San Francisco para grabar con el productor Jeff Saltzman. Pero a los pocos días Auerbach y Carney se dieron
cuenta de que se estaban traicionando a sí mismos y estaban sonando mucho más
convencionales, así que hicieron caso a Gibbons y volvieron al sótano de Carney
a grabar su segundo disco, Thickfreakness,
en el que se incluían las primeras grandes canciones compuestas por la pareja
como la que le daba título o Set You Free,
la canción con la que saborearían su primer éxito cuando fue incluida en la
banda sonora de la película Escuela de
Rock. En una de sus canciones, Midnight
in Her Eyes, Auerbach usa uno de los pocos bajos de su historia, en
concreto un Guild estilo SG. Eso sí para la gira de presentación del disco se
volcará en su nueva adquisición a las seis cuerdas una Telecaster modelo Jerry
Donahue.
Con Thickfreakness
llegaron a saborear por primera vez el éxito pero también llegaron las
comparaciones con la banda de rock más importante del momento, los White Stripes. Y es que los parecidos
eran evidentes, rock de garaje y blues/rock como fórmulas principales, dúo de
guitarra y batería sin bajista y, para colmo, en los dos nombres aparecen
colores. Como los de Jack White habían aparecido antes y
tenían mucho más éxito, la sospecha pasó a estar del lado de los de Auerbach.
Pero tampoco pasa nada porque dos grupos suenen parecidos, siempre que
mantengan un espíritu propio y uno pueda distinguir una canción, o un solo, uno
de otro sin problema. Algo que ocurre claramente, los Black Keys no son Greta Van Fleet...
Pero su reciente fama no se trasladaba a
dinero y acaban haciendo una gira europea totalmente deficitaria. Para colmo,
cuando vuelven a casa descubren que el casero de Carney ha vendido su casa,
dejándoles sin el lugar donde grabaron sus dos primeros discos. A comienzos de
2004 acondicionan una antigua fábrica de ruedas en Akron como estudio y
comienzan a grabar su tercera obra, Rubber
Factory. Canciones como la acústica The
Lengths, con un excelente uso del slide, ven al grupo ampliar su campo de
acción, mientras que otras como 10 A.M.
Automatic demostraban que el grupo seguía manteniendo su excelente pegada,
con un prominente uso de uno de sus queridos pedales fuzz. Es el primer trabajo
que entra en las listas, en un modesto puesto 143, pero es también cuando el
grupo comienza a ceder sus canciones para ser utilizadas en anuncios, lo que
acabará con sus problemas económicos y hará que Auerbach pueda ampliar considerablemente
su equipo, buscando principalmente cosas originales como su querida Teisco,
entre las marcas por las que optará están Harmony (con modelos como su adorada
H78 semihueca), Silvertone o Guild.
En 2005 llegó su primer disco en directo y al
año siguiente Auerbach pagó la deuda con Junior Kimbrough sacando el EP de los
Black Keys Chulahoma: The Songs of Junior
Kimbrough. Ese mismo año vería la luz su cuarto disco, Magic Potion. Sería con este cuando empezaron a ver que la fórmula
y el sonido 'hazlo tú mismo' se les
estaba agotando. Lo habían vuelto a grabar en un estudio casero, pero la garra
y la inspiración no aparecían y el sonido estaba más cerca de ser cutre que de
ser crudo. Pero el azar les puso en el camino del hombre con el que iban a
encontrar un nuevo sonido, Danger Mouse.
El famoso productor, y mitad de Gnarls
Barkley, estaba preparando un disco con Ike Turner y le pidió a la banda si podían escribir canciones para
él. Así lo hicieron pero Turner falleció el 12 de diciembre de 2007 sin haber
completado el disco. Los Black Keys estaban orgullosos de las canciones que
habían escrito así que decidieron grabarlas ellos mismos pero decidieron
también contratar a Danger Mouse como productor. Por primera vez trabajaron en
un estudio profesional y la química con el productor les devolvió la
inspiración con algunas de sus mejores canciones como la emocional Things Ain't Like They Used to Be y la
potente I Got Mine, con un gran riff
cortesía de Auerbach.
Los resultados se vieron de inmediato y el
disco debutó en el puesto 14 de las listas de Billboard. Pero justo ahora que
comenzaban a triunfar definitivamente las cosas se empezaron a romper entre el
dúo. El guitarrista no soportaba a la mujer del batería y eso estaba
emponzoñando su relación. Auerbach comenzó a grabar un disco en solitario sin
comentárselo al batería y cuando Keep It
Hid hizo su aparición en febrero del 2009 Carney, que se estaba
divorciando, se sintió traicionado y formó la banda Drummer. Pero al final hicieron las paces cuando los Roots les invitaron a tocar en su
festival. No sería su última colaboración con el mundo del rap y es que, ese
mismo año, grabaron Blakroc, un disco
en colaboración con Damon Dash, en
el que el dúo ponía la base musical sobre la que algunos mitos del hip hop como
Q Tip, Raekwon o Mos Def rapeaban.
Fue una divertida distracción pero parecía
claro que la asociación con Danger Mouse necesitaba una continuación y eso fue
lo que ocurrió con Brothers, el disco
que, casi 10 años después de su creación, convirtió a los Black Keys en los
nuevos salvadores del rock. Y es que con Brothers
los Black Keys entregaron un gran disco de blues rock pantanoso pasado por un
tamiz actual y con mucho sabor soul. Era el mejor disco hasta la fecha del dúo
de Akron, con Auerbach liberándose como vocalista y atreviéndose a cantar en
falsete por primera vez, contraponiendo a este sus guitarras llenas de fuzz,
como la Supro Martinique del 65 que utiliza en Howlin' For You. La base sigue siendo la guitarra y la batería pero
esta vez se permiten meter muchos más detalles, como bajo y teclados. Es un
trabajo muy compacto, desde el demoledor arranque con Everlasting Light, Next girl y Tighten
up, hasta el homenaje al mejor soul sureño de los años 60 con Unknown Brother y la excelente versión
del Never Gonna Give You Up de Jerry Buttler.
Pero la racha iba a continuar de manera
inmediata, al año siguiente, en 2011, aparecía El Camino, el disco que les confirmaba como la gran banda de rock
de la segunda década del Siglo XXI. El disco se presentó con su canción más
famosa hasta la fecha, Lonely Boy. En
la portada homenajeaban a la furgoneta con la que recorrían el camino en los
primeros días de la banda. Si en Brothers
coqueteaban con el soul en El Camino
se lanzaban a toda velocidad por la autopista del rock clásico, desde los
guiños a Led Zeppelin en Little Black Submarines, al toque Glam
de Bolan en Gold On The Ceiling. Normal que esto se trasladara también a la
hora de elegir su principal instrumento para la grabación, una Les Paul de
1953. ¿Quién lo iba a decir?
Tras un parón de tres años, en los que a
Auerbach le dio tiempo de producir y tocar en discos de Dr. John o Lana Del Rey,
los Black Keys volvieron con Turn Blue,
su cuarta colaboración con Danger Mouse. El disco bajaba, al menos, un peldaño
de los dos anteriores pero aun así contenía cosas destacables como la irresistible
Gotta get Away y, sobre todo, los
mejores momentos de Auerbach a las seis cuerdas con Weight Of Love. Tras un nuevo parón de cinco años, durante el cual
Auerbach formó The Arcs, los Black
Keys se han vuelto a juntar en este 2019. El 28 de junio verá la luz Let's Rock, el noveno disco de la banda,
un trabajo que ha sido descrito por Carney como "un homenaje a la guitarra eléctrica". Desde Guitars Exchange no podemos tener los
dientes más largos...