Tomando el camino del Country
Por Paul Rigg
El noveno disco de estudio de Bob Dylan, Nashville Skyline (Colombia Records, 9 de abril de 1969), siguió en
la dirección de John Wesley Harding,
más orientada al country y a Nashville, y representó, musical y líricamente,
una ruptura radical con su pasado.
Si bien tuvo una recepción crítica bastante
tibia, Nashville Skyline se ha
convertido en uno de los discos más recordados de Dylan, siendo número 3 en los
EEUU y número 1 en las listas de éxitos del Reino Unido, lo que le convierten
en uno de los más vendidos del cantante y compositor estadounidense.
El disco supuso una nueva dirección para Dylan
en al menos en tres diferentes áreas: musical, vocal y líricamente.
En cuanto a la música, Dylan se rodeó con una
serie de grandes nombres en la escena country de Nashville que, sin embargo,
nunca intentaron hacerse notar por encima de las canciones. El baterista Kenny Buttrey y el bajista Charlie McCoy se unieron a Charlie Daniels, Pete Drake, Bob Wilson
y Norman Blake para producir con
éxito un sonido más simple, más rústico, del que Dylan había experimentado
previamente.
La segunda novedad que probablemente
sorprenderá a cualquiera que escuche este disco es la voz más suave y sutil de
Dylan. Se acabaron sus exabruptos con su rasposa voz familiar, algo que muchos
han atribuido a que el gran hombre había dejado de fumar temporalmente.
En tercer lugar, se acabaron las letras
poéticas, políticamente cargadas y socialmente críticas. En su lugar, hay temas
más simples, lo que significa que la música y la melodía son la base de las
canciones. Algunos incluso han sugerido que la gran sonrisa de Dylan en la
portada del álbum es indicativo de que está más feliz, habiendo adoptado un
enfoque más simple y positivo para su música; y tal vez su vida. Pero esta
interpretación es llevar las cosas demasiado lejos: si bien puede que no esté
tan explícitamente cabreado, las letras son sobre dolor, pesares y pérdida. De
hecho, un crítico llegó a calificarlo como "uno de los discos más tristes y melancólicos de la carrera de Dylan".
El disco comienza con Girl From the North Country, que apareció origin
almente en The Freewheelin' Bob Dylan, pero esta
vez cuenta con la voz de Johnny Cash. Claramente, Dylan y
"el hombre de negro" se
tenían un gran respeto, y la versión resultante es más cálida que la que
apareció en el legendario segundo disco de Dylan, adaptándose mejor al ambiente
de Nashville Skyline.
La primera canción es seguida por el
instrumental Nashville Skyline Rag,
que se basa en gran medida en las habilidades de los músicos que Dylan ha
reunido y, francamente, parece que se lo pasaron en grande haciéndola.
Luego llega el primer sencillo del disco, la
sobresaliente I Threw It All Away,
que llegó al top 30 en el Reino Unido y presenta a Dylan tocando su acústica
Martin 000-18. Sin embargo, esta canción es superada por el clásico eterno, Lay Lady Lay, con su escapista letra:
"Independientemente de los colores
que tengas en mente, te los mostraré y los verás brillar". La voz
anhelante de Dylan también brilla, junto con su uso de su Fender Telecaster, y
sin duda lleva al disco a un nivel totalmente diferente.
Tell Me
That It Isn’t True, una canción sobre la infidelidad,
es otro ejemplo de cómo este disco es más oscuro de lo que parece. El disco se
cierra con el tercer sencillo, Tonight
I’ll be Staying Here With You, que alcanzó el puesto número 50 en las
listas de EEUU.
Sin embargo, algunos críticos argumentan que
el disco debería haberse cerrado más apropiadamente con Country Pie, con su aparente celebración de la música country:
"Dame mi pastel country",
Dylan canta: "No se lo voy a lanzar
a la cara de nadie". Y ciertamente el humor irónico en esta letra
parece captar algo que también podría estar detrás de la gran sonrisa de Dylan
en la portada...