Sticky Fingers
The Rolling Stones
Quizá sólo por la enloquecida versión de Brown
Sugar con Eric Clapton ya merezca la pena esta edición ‘deluxe’ de uno de los
discos más importantes de la historia del rock, allá por 1971 con los Rolling Stones en el apogeo de su
creatividad. Una versión con manolenta
y, por supuesto, con Mick Taylor, la guitarra solista del
grupo que protagonizó sus mayores éxitos pese a haberse desvanecido en la
historia para poder ser ella misma. Suele tocar aún de vez en cuando por estos
lares y siempre es un auténtico ‘lujo’. En aquellos tiempos ni siquiera era un
miembro a tiempo completo y Sticky Fingers fue el primer álbum en el que figura como tal. Era el
relevo de otro grande de las seis cuerdas, Brian
Jones, ya carne de leyenda.
Lo de Clapton
es una anécdota. Casi una broma musical. La virtud de esta reedición es el
material en directo que incluye de aquel ‘minuto de oro’ de la banda de Jagger y Richards antes de caer en el torbellino de drogas, alcohol y
excesos que marcaría sus siguientes discos a partir del Exile On Main… El
problema es que para tenerlo todo, y en especial el concierto en la Universidad
de Leeds en el que presentaron
algunas canciones del que sería su nuevo disco, hay que optar por el ‘superpack’
de tres CDs con todo tipo de extras que harán las delicias de los
coleccionistas. Decisión económicamente complicada, pero la ‘básica’ en formato
doble no incluye esta actuación, todo un documento histórico de la música del
siglo XX.
Basta escuchar por ejemplo la versión de Live
with Me en Leeds para darse
cuenta de que los Rolling seguían
siendo una banda seria, en la que los cerebros -y las manos- aún funcionaban.
Aquello era verdadero rhythm & blues
sin florituras. Ritmos sencillos y solos sin complicaciones, pero efectivos. El
típico sonido a lata de las
grabaciones de entonces le añade el correspondiente punto de nostalgia.
Obviamente esto no quita mérito a las versiones en directo de la edición de
doble cd, registradas en el Roundhouse
en el mismo año, pero son sólo cinco temas completados con un puñado de
rarezas.
La otra rareza es Mick Taylor, un personaje cuya leyenda cuenta que en 1966 sustituyó
a Eric Clapton por pura casualidad
en un concierto de John Mayall y sus
Bluesbreakers en su pueblo de Hertfordshire
y que cuando terminó desapareció sin dejar ni su dirección antes de que el rey
del blues le felicitara por su trabajo. Esa timidez es la que ocultó aún más su
contribución en los Rolling de la
que ya implicaba de por sí tocar con los
carismáticos glimmer twins y la
que a la postre le alejaría del mundo de fiestas y lujo en que se había
embarcado.
En 1975 abandonaría definitivamente el olimpo
del rock y se echaba a la carretera, primero con Jack Bruce y luego en diversas compañías. La diferencia es que
ahora el verdadero protagonista era su instrumento y en lugar de grandes
estadios sonaba en pequeños clubes ante unos pocos cientos de personas. Una
guitarra que, además, sólo entiende un idioma, el del blues. En España lo
sabemos muy bien.