El perseguidor
Por Sergio Ariza
En 1959 Cortázar
escribió un cuento llamado 'El
perseguidor' en memoria del gran Charlie
Parker, en él un saxofonista intentaba penetrar en la realidad a través de
las notas de su saxofón, me parece una buena analogía con Jerry Garcia, un incansable perseguidor de notas, (posiblemente el
guitarrista rock del que existan más horas grabadas) no siempre inspirado pero
siempre a la búsqueda del nirvana a través de la música, una búsqueda que se
podría resumir con una de las frases de una de sus canciones más icónicas “que
largo y extraño viaje ha sido”.
Jerome
John Garcia nació el 1 de agosto de 1942 en San
Francisco, hijo de un inmigrante español, que llegó a EEUU siendo un niño,
músico de jazz que le llamó así en homenaje al compositor Jerome Kern. Como era
evidente comenzó a estudiar música desde niño y a los 15 años tuvo su primera
guitarra tras quedar enamorado del rock and roll. Eso sí, cuando se mudó a Palo
Alto en 1960 su interés se había movido hacia el folk. Uniéndose al revival de
esa música comenzó su andadura profesional formando un dúo junto al poeta Robert Hunter, alguien que se
convertiría en fundamental en su carrera, y tocando la guitarra acústica y el
banjo, empapándose de folk, country y bluegrass. En 1964 formó Mother McCree's Uptown Jug Champions,
una banda en la que también estaba Bob
Weir a la segunda guitarra y el cantante y teclista Ron McKernan, conocido como Pigpen.
Pero tras ver 'A hard day's night'
Garcia pensó que no había nada más divertido que formar una banda de rock y su
grupo pasó a llamarse The Warlocks,
incorporando a otros dos amigos, Bill
Kreutzmann a la batería y Phil Lesh
al bajo. Para ese momento Jerry ya se había convertido en un habitual de los
conocidos como 'Alegres bromistas'
del escritor Ken Kesey que se iban a
convertir en la piedra fundacional del movimiento hippie.
El 4 de diciembre de 1965 los Warlocks se
convertían en The Grateful Dead y
ponían la banda sonora a uno de los primeros test de ácido de Kesey. Lo que
había comenzado siendo una simple banda de garaje rock daba paso a largas
improvisaciones instrumentales influidas por los efectos del LSD. En poco
tiempo los Grateful Dead se convirtieron en el grupo emblema de San Francisco y
fueron la cabeza visible de un nuevo movimiento que iba a exportarse al resto
del mundo. En enero de 1966 ese movimiento hippie y psicodélico iba a tener su
primer gran efeméride, el Festival Trips, en el que tocaron ellos y Big Brother & The Holding Company.
Sin todavía mucho material propio el setlist de los Dead se basaba en versiones
de soul, blues y R&B que ellos convertían en pretexto para sus largas
improvisaciones. El concierto fue un éxito y Jerry Garcia se convirtió en
Captain Trips, la cara visible del movimiento y de la ciudad.
Pero no serían los Grateful Dead los primeros
que conseguirían llevar el nuevo sonido al resto del país y del mundo. Reacios
a firmar un contrato discográfico, vieron como otro grupo de la ciudad, Jefferson Airplane, se convertía en el
primero en firmar por una compañía. Tras un primer disco que no les convenció
mucho, más cercano al folk rock que a la floreciente pscodelia, los Airplane
decidieron confiar en Garcia para su segundo disco, 'Surrealistic pillow'. Grabado en noviembre de 1966 y publicado en
enero de 1967 fue el disco que puso a San Francisco en el mapa musical y se
adelantó al famoso verano del amor. Garcia actúo como una especie de productor
en la sombra y aparece mencionado como “guía
musical y espiritual” en el disco, entre sus contribuciones se encuentran
el nuevo arreglo de 'Somebody to love',
partes de guitarra y la inspiración para el título. Ese mismo mes se celebró en
el Golden Gate Park el multitudinario evento Human Be-In que puso en boga las
palabras contracultura y psicodelia en EEUU, las bandas que tocaron ese día
fueron Jefferson Airplane, The Grateful Dead, Big Brother and the Holding
Company, Quicksilver Messenger Service
y Blue Cheer. En ese mismo momento
los de Garcia andaban grabando su disco homónimo de debut, Jerry había
sustituido a Pigpen como cantante principal de la banda y era el único que
aportaba alguna canción propia a un repertorio todavía lleno de versiones. Sus
solos de guitarra seguían siendo el foco principal de la banda pero todavía
estaban lejos de saber llevar su espectacular sonido de directo al estudio. El
18 de junio participaron en el primer gran festival de la historia del rock,
Monterrey. En San Francisco ya eran héroes pero fue allí donde les descubrió el
gran público.
Su segundo disco, Anthem of the Sun, fue un paso adelante pero seguían sin conseguir
la experiencia completa de sus directos, aun así canciones como That's It For The Other One se
convertirían en fijas en sus repertorios. El disco trajo dos novedades muy
importantes, la primera fue la primera aparición de Hunter como letrista de una
de las canciones, quien junto a Garcia formaría el tándem compositivo que daría
las más brillantes piezas de su repertorio. La segunda fue la incorporación de Tom Constanten a los teclados y Mickey Hart como segundo batería. Sus
directos estaban alcanzando la categoría de acontecimientos y les seguía una
horda de fieles conocidos como Deadheads que no se perdían ninguno. Una de sus
nuevas canciones, Dark star, escrita
por Garcia con letra de Hunter, era la nueva atracción de los mismos, con una
duración que pasaba de los menos de tres minutos de su versión de estudio a los
30 minutos en directo. El 27 de febrero tocaron una incendiaria versión en el
Fillmore West, del que eran casi la banda fija, que demostraría las increíbles
virtudes como improvisadores de la banda, en especial Garcia. Se habían
convertido en la banda de culto por antonomasia, con sus largas 'jams' en las
que siempre sobresalía por derecho propio la guitarra de Garcia (una guitarra
que, como decía Santana, era el sol
de la banda, el astro rey sobre el que giraban el resto de
componentes/planetas). En estos momentos esa guitarra era una Gibson SG con un
pedal wah wah Vox Crybaby conectado a unos Fender Twins.
En esas fechas se encontraban grabando su tercer
disco, Aoxomoxoa, que estaría
compuesto en su totalidad por la dupla Garcia/Hunter. Era su mejor disco hasta
la fecha, con dos canciones cruciales de su discografía como St. Stephen y China Cat Sunflower, además de otras como Mountains On The Moon que hace ver la evolución hacia las raíces
que se produciría en los siguientes discos de estudio. El disco salió al
mercado en junio de 1969, dos meses antes de su actuación en el festival de
Woodstock, en la que Garcia volvió a emplear su SG. St. Stephen y Dark star
volvieron a ser el foco pero el hecho que en su setlist entrara el Mama tried de Merle Haggard ya dice mucho de por dónde iban sus nuevas
influencias.
Para ese momento Garcia había empezado a tocar
la guitarra pedal Steel y había demostrado ser todo un prodigio con ella, sin
tomar lecciones, ni leer ningún libro, Garcia se había hecho con una ZB y había
comenzado a practicar durante horas con ella. En poco tiempo estaba tocando
junto a su amigo John Dawson en garitos y pasándoselo tan bien que decidieron
formar una banda, New Riders Of The
Purple Sage. Siguiendo los pasos de Dylan
y The Band, el icono de la
psicodelia volvía a las raíces y buscaba inspiración en el country y el
bluegrass de sus inicios.
En el momento en el que apareció el mítico Live/Dead, en el que se encontraba la
versión de Dark Star de febrero del
69, Garcia había dejado de lado las largas improvisaciones y se estaba
centrando en las canciones como tal. A ello se sumó un nuevo interés por las
voces y las armonías que les llevó a contactar con Crosby, Stills & Nash para que les dieran unas lecciones, a
cambio Garcia puso su celestial pedal Steel a disposición de la banda, a la que
ya se había sumado Neil Young, y el
resultado quedó inmortalizado en Teach
Your Children. Antes ya había dejado muestras de su innata capacidad en The Farm de sus amigos Jefferson
Airplane. En los momentos en los que el country rock estaba naciendo, Jerry
Garcia definió su sonido con su pedal Steel como antes había hecho con la
psicodelia. La dupla de discos que salieron de esta época de Grateful Dead
pueden ser considerados sin discusión sus mejores discos de estudio, ‘Workingman’s dead’ y ‘American Beauty’, dos discos en los que
se encuentran las mejores composiciones de la banda, temas antológicos como Uncle John's Band, Dire Wolf, New Speedway
Boogie (en la que hablaban sobre el desastre de Altamont), Casey Jones, Box of Rain, Friend of the
Devil, Sugar Magnolia, Ripple o Truckin', con preminencia de la acústica de Garcia, una Martin
D-18. Los dos fueron editados en 1970 y al año siguiente el primer disco de los
New Riders confirmó a Garcia como genio del pedal Steel.
Fueron también los discos más exitosos de su
carrera hasta la fecha y los Grateful Dead pasaron a mover miles y miles de
personas durante el resto de su carrera. En 1971 publicaron otro directo que se
conocería como ‘Skull & Roses’
por su portada y al año siguiente aparecería 'Europe '72', un triple álbum también en directo que supuso el
debut del teclista Keith Godchaux y
de su mujer Donna a los coros. Era
el tercer directo en 4 años y demostraba que los Dead seguían considerando sus
conciertos su principal baza. Para ese entonces Garcia se había pasado a
Fender, en concreto a una Stratocaster con un mástil del 57 y un cuerpo del 63
que Graham Nash le había regalado
por tocar en su primer disco en solitario (de hecho Garcia tocó en los tres
discos de debut de Crosby, Stills & Nash). Fue conocida como Alligator y
fue la primera de una serie de guitarras míticas que acompañarían a Garcia
hasta el final de su carrera, eso sí las tres restantes serían hechas a su
medida por el lutier Doug Irwin, se
trata de Wolf, Tiger y Rosebud. Para comprender su valor baste recordar que en
junio del año pasado, Wolf salió a subasta y fue vendida por 1’9 millones de
dólares, siendo la tercera guitarra más cara de la historia.
No es de extrañar, Garcia llegó a dormir con
esas guitarras que eran una extensión natural de sus brazos y dedos. Juntos
exploraron mil y un viajes cósmicos ya fuera con Grateful Dead, sus proyectos
en solitario o ensayando incansablemente desde casa. Robert Christgau le tenía por el músico de rock que mejor
improvisaba y puede que tenga razón. Garcia fue un músico obsesivo hasta el fin
y persiguió siempre la conexión con su instrumento. Había veces en que la magia
no surgía pero cuando aparecía, pocas cosas había más intensas.