"Mi Dios es el Rock 'n' Roll"
Por Sergio Ariza
En 1973 Lou Reed había grabado el disco más
ambicioso, y deprimente, de su carrera, Berlin.
Un disco en el que había contado con una nómina de músicos de lujo, gente como Jack Bruce, Steve Winwood, Aynsley Dunbar
o los hermanos Brecker, pero también
con dos guitarristas de sesión únicos, Steve Hunter y Dick Wagner. Cuando Reed quiso presentar el disco en directo lo
único que tenía claro era que quería ser una estrella del rock, un “animal del rock” y no había dos
guitarristas más perfectos para ello que Hunter y Wagner.
Los primeros conciertos de la gira fueron en
suelo europeo, principalmente las islas británicas, la banda era puro fuego y
Hunter y Wagner parecían predestinados a subirse juntos a un escenario. Por su
parte, el hombre que había inventado el noise
se pasaba a la épica de la 'rock'n'roll star' y el traje le sentaba de
maravilla, gracias a sus flamantes guitarristas. Cuando llevaron la gira a EEUU
el mánager de Reed les dijo que necesitaban improvisar algo antes de que el
cantante subiera al escenario al ritmo de una de sus canciones más míticas de
su etapa con la Velvet Underground, Sweet Jane. Así fue como Hunter les
enseñó al resto de la banda una pieza que había compuesto años atrás. En su
primer intento surgió la magia y Hunter se dio cuenta de que había encontrado
la banda perfecta para tocarla. Su forma de relacionarse con Wagner es
increíble, con Steve tocando la melodía y Dick haciendo las armonías. El 21 de
diciembre de 1973 dieron el último concierto de la gira en Nueva York y el
resultado fue grabado para la posteridad, dando como resultado dos discos, Rock ‘N’ Roll Animal, publicado en 1974
y Lou Reed Live en 1975. Cualquiera
que escuche la Intro de Hunter para Sweet Jane tendrá ganas de colgarse una
guitarra eléctrica. Que quede para la historia, aquellas legendarias notas se
sacaron de una Les Paul TV Special a través de un amplificador HiWatt de 100
vatios.
Pero Rock
'n' Roll Animal va mucho más allá de su primera canción, el disco consta de
solo cinco canciones, cuatro de ellas de su etapa en la Velvet y una, Lady Day, de Berlin. Todas ellas están hechas para ser escuchadas al máximo
volumen, este es el disco en el que Reed rinde pleitesía a la música que le
salvó la vida, el rock'n'roll. Puede que las versiones de Heroin o White Light/White
Heat no alcancen la suciedad y la anarquía de las originales pero es que
son canciones completamente distintas, convertidas en vehículos para el
lucimiento de sus dos excelentes guitarristas que, por momentos, se convierten
en los absolutos protagonistas del disco a mayor gloria del lado más salvaje de
Reed.
Rock’n’Roll es el colofón perfecto para el disco, no en vano fue a través de la
versión de esta canción que hizo junto a Mitch
Ryder como el cantante escuchó por primera vez a Hunter. El guitarrista no
defrauda y junto a Wagner se lanza a un duelo de guitarras digno de OK Corral.
En innumerables lugares del mundo muchos chicos, y chicas, encendieron la
radio, escucharon las canciones de este disco y como Jenny en la canción, no
dieron crédito a lo que estaban escuchando, empezaron a bailar como posesos y
su vida fue salvada por el rock’n’roll. Y es que algunos tienen a Dios, pero nosotros,
como Lou Reed, tenemos el rock’n’roll.