Syd Barrett, el diamante loco y brillante
Por Sergio Ariza
En una historia como la del rock llena de
mitos, leyendas y almas torturadas puede que no exista una tan trágica como la
de Syd Barrett, el diamante loco que
creó Pink Floyd y desplegó una
brillante luz por un breve tiempo hasta desvanecerse por completo en la
oscuridad. Es imposible desligar a Barrett de su leyenda, al contrario que
otros, Barrett no murió joven y dejó un bonito cadáver, tampoco tuvo un regreso
triunfal. Una vez se retiró de la música, vivió la más humilde de las vidas
fuera de los focos sin volver a grabar una de esas melodías de las que nos dejó
tan pocos, como preciados, ejemplos.
Roger Keith Barrett nació un 6 de enero de
1946 en Cambridge. Desde joven tuvo predisposición para las artes, pintando,
escribiendo y tocando el piano desde niño. Su primera guitarra fue una Hoffner
acústica a los 14 años, al año siguiente llegaría su primera guitarra, una
Selmer Futurama que se compró por 25 libras en 1961, en poco tiempo la estaría
utilizando en la primera banda en la que estuvo, Geoff Mott and The Mottoes. Las bandas se fueron sucediendo y tras
entrar en el departamento de arte del Cambridge Technical College conoció a David Gilmour con el que tocaría
algunos conciertos acústicos. Los Beatles
y los Stones se convirtieron en sus
guías y comenzó a escribir sus primeras canciones. En 1964 dejó Cambridge para
apuntarse a la facultad de artes de Camberwell en Londres para estudiar como
pintor.
Al poco de llegar a Londres se enroló en la
banda de su amigo de la infancia Roger Waters que iba cambiando
constantemente de nombre hasta que a Syd se le ocurrió juntar los primeros
nombres de los bluesmen Pink Anderson
y Floyd Council y pasar a llamarse The Pink Floyd Blues Sound, The Pink Floyd
Sound, hasta quedarse con (The) Pink
Floyd. La banda estaba formada en ese momento por Bob Klose como guitarrista principal, Waters al bajo, Nick Mason a la batería, Rick Wright al teclado y Barrett como
guitarrista rítmico y cantante. Su presencia y carisma, además de ser el único
con canciones propias, le había aupado como líder natural de la banda, algo que
se acrecentó cuando Klose decidió marcharse y Barrett se convirtió en el único
guitarrista en el verano del 65. En ese momento eran una banda más de R&B
de las muchas que poblaban la escena londinense y Klose era lo único parecido
que tenían a un músico profesional pero a Barrett le sobraban las ideas y la
banda comenzó a cambiar de dirección a medida que se producía uno de los
eventos que marcarían para siempre la vida de Barrett y la banda. Uno de los
pocos días soleados de aquel verano, en el jardín de su amigo David Gale, Syd Barrett probó por
primera vez el LSD. En poco tiempo trasladaría a su banda los viajes espaciales
que experimentaría mientras estaba en ácido. Su trabajo a la guitarra sería
absolutamente original e influyente, como su forma de tocar el slide con un
encendedor zippo, para crear los sonidos más extraños.
En 1966 Pink Floyd comenzaron a ganarse un
nombre con largas 'jams' en las que Barrett comenzaba a sacar de su mítica
Fender Esquire del 62 los sonidos más inimaginables, en poco tiempo se
convertirían en las figuras principales del 'underground' de Londres y en los
cabecillas de la floreciente psicodelia británica, sobre todo gracias a sus
apariciones en el club UFO donde iban a verles las principales figuras del
'Swinging London', con Lennon y McCartney a la cabeza. La cabeza de
Barrett explotaba de creatividad y en poco tiempo compuso la mayoría de las
canciones que aparecerían en el primer disco de la banda, así como sus primeros
singles e, incluso, canciones que serían rescatadas en su primer disco en
solitario. El diamante brillaba al máximo y, a principios de 1967, la banda fue
fichada por EMI que les ofreció un contrato que les daba tiempo ilimitado en el
estudio para grabar su primer disco.
En marzo de 1967 apareció su primer sencillo,
la irresistible Arnold Lane, una
canción sobre un travesti cleptómano que dejaba claro dos cosas, la primera que
las canciones de Barrett estaban en un mundo aparte y la segunda que éste se
había convertido en un excelente compositor de canciones pop. Se coló entre los
20 primeros de las listas británicas, mientras que su continuación, la
igualmente brillante See Emily Play,
subía hasta el número 6. Tras estos éxitos la expectación sobre el primer disco
de la banda era enorme. Y toda la presión estaba sobre los hombros de su líder,
cantante, guitarrista y prácticamente único compositor de la banda.
El disco se grabó a la vez que los singles y
en él aparecen ejemplos de lo que hacían en directo como Interstellar Overdrive, en la que se puede apreciar cómo de
influyente fue su estilo a la guitarra, poniendo la creatividad y la
originalidad muy por encima de la habilidad técnica. Su cabeza parecía ir a
muchas más revoluciones que sus dedos. La guitarra con la que grabó casi todo
el disco fue su Fender Esquire del 62 a la que había decorado con círculos
metálicos para que reflejasen las psicodélicas luces que llenaban sus
actuaciones. Es la misma que aparece en las resplandecientes llamaradas pop que
abundan en este disco, diamantes que brillan con su mezcla de melodías
infantiles y letras surrealistas, psicodélicas locuras de una mente al borde
del colapso. Temas tan increíbles como Astronomy
Domine, Lucifer Sam, Matilda Mother, Flaming o The Scarecrow, en la que sobre un inicio instrumental que parece
sacado de un juglar, mete su Esquire del 62 como acompañamiento de su voz en un
ritmo de vals hasta llegar a una magnífica coda instrumental donde suena su
Harmony Sovereign H1260 acústica (y todo en menos de 2 minutos).
La última sesión fue el 21 de mayo, dando como
resultado la mencionada See Emily Play
y Bike, el cierre del disco. Fue ese
día cuando David Gilmour se pasó por el estudio para saludar a Syd pero éste, a
pesar de ser el que lo había invitado, no le reconoció. El hombre que le
sustituiría declaró que ese fue en el momento en el que se dio cuenta de que
éste ya no era el mismo. Los miembros de la banda, los managers y la compañía
seguían pidiendo a este particular Adonis por nuevos singles de éxito, pero el
comportamiento de Barrett era cada vez más errático.
No era de extrañar, en ese momento, el consumo
de LSD de Barrett se había disparado de manera alarmante. Ser el Mesías del
ácido tenía sus consecuencias y su apartamento en el 101 de Cromwell Road se
había llenado de lunáticos y groupies que echaban LSD a todo. Barrett vivía
básicamente a base de ácido y cualquiera de la banda sabía que si iba por casa
de Syd era mejor rechazar cualquier invitación a tomar un café, un té o,
incluso, un vaso de agua, ya que todo iba convenientemente rociado de ácido. Su
comportamiento empeoró y comenzaron a llegar las actuaciones donde se quedaba
parado, con su Esquire colgada, sin llegar a tocar nada durante el concierto.
Todo se agravó con su gira por EEUU a finales
de octubre, Barrett estaba completamente ido y muchas veces se olvidaba incluso
de subir la guitarra al escenario, cuando lo hacía la cosa tampoco mejoraba
mucho ya que solía contentarse con desafinarla ante el asombrado público. Su
episodio más recordado en aquella gira fue su aparición en el famoso programa
de Pat Boone en el que tenía que
hacer 'playback' con See Emily Play,
durante los ensayos parecía estar bien pero cuando comenzaban a grabar Syd no
abría los labios ante la consternación de todos. Al final tuvieron que cancelar
la gira y volver a Londres. El 18 de noviembre apareció el tercer single de la
banda, Apples and Oranges, otra
canción de Barrett pero, esta vez, fracasó en las listas. La canción se había
grabado en octubre, un mes en el que también grabaron dos canciones de Barrett
en las que parece claro que hace mención a sus problemas mentales, Vegetable Man y Jugband Blues. Además Syd grabaría también su característico slide
para Remember a Day. Serían sus últimas
sesiones con la banda y aparecerían en su segundo disco, A Saucerful Of Secrets.
En diciembre de 1967 parecía claro que Syd no
estaba nada bien y la solución que buscaron fue invitar a la banda a uno de sus
mejores amigos, David Gilmour, para que le cubriera en los conciertos. Los
miembros de Pink Floyd esperaban encontrar con ello una solución parecida a la
que había tomado Brian Wilson con
los Beach Boys, Barrett no haría las
giras y se quedaría en casa componiendo y preparando el material para los
discos, cuando estuviera recuperado la banda pasaría a estar formada por los
cinco. Por eso era tan importante que Gilmour fuera amigo de Barrett, para hacer
que este no se sintiera amenazado... Pero no dio resultado, tras unos pocos
conciertos, en enero de 1968, con los cinco miembros, alguien en el coche
preguntó "¿recogemos a Syd?"
y otro contestó "mejor no molestarse".
Syd Barrett fue despedido de la banda a finales de mes.
Normalmente aquí se acaba la historia oficial,
Barrett desciende a la locura y termina olvidado y apartado de todo hasta que
muere el 7 de julio de 2006. Pero al diamante todavía le quedaban unos cuantos
rayos que ofrecer. Tras un año a la deriva, en 1969, decide volver a los estudios
de grabación. El mánager de la banda, Pete
Jenner, decidió quedarse con él y dejar al resto de la banda. No en vano
era la fuerza creativa de la misma y su principal compositor. Entre 1969 y
principios de 1970 Barrett grabaría, en las circunstancias más adversas, dos
discos notables que contenían algunas de las mejores canciones de su carrera.
Primero llegaría The Madcap Laughs y
después Barrett, en esas grabaciones
le ayudarían sus antiguos compañeros Roger Waters (en el primero) y Rick Wright
(en el segundo), además de su amigo y sustituto David Gilmour, que además de
producir, tocaría el bajo y lograría sacar lo mejor que quedaba de Barrett. No
fue fácil, había momentos en los que Syd era incapaz de tocar un simple acorde en
su Fender Telecaster Custom pero, a veces, la magia volvía a aparecer y el
diamante brillaba como en los mejores tiempos. Canciones como Terrapin, Octopus, Golden Hair, Here I Go,
Baby Lemonade, Gigolo Aunt o Dominoes
no tienen nada que envidiar a cualquier pieza de The Piper At The Gates Of Dawn, aunque estén cubiertas por un manto
mucho más melancólico. Y luego está Dark
Globe, probablemente la canción más conmovedora que se ha escrito jamás
sobre el descenso a la locura. Una canción que muestra como Syd era capaz de
ver con claridad todo lo que estaba pasando, "tatúe mi cerebro a lo largo del camino, ¿no me echaréis de menos? ¿no
me echaréis de menos en absoluto?".
Seguro que esa es la canción que les vino a la
cabeza al resto de Pink Floyd en 1974 cuando un Barrett gordo, calvo, con las
cejas depiladas y la mente en otra parte se pasó a visitarles justo en el
momento en el que grababan la canción que le habían dedicado, Shine On You Crazy Diamond. Una de esas
ocasiones en las que hasta el más escéptico hablaría de algo como el destino.
En ese momento ya eran la banda más grande del planeta pero los cuatro sabían
que ninguno de ellos estaría allí si ese hombre con los ojos como agujeros
negros no les hubiera puesto en marcha. Al principio no le reconocieron pero
cuando tras escuchar un rato Syd se levantó y les dijo "De acuerdo, ¿cuándo pongo mi guitarra en la
canción?", todos supieron quién era. No le volverían a ver pero su
fantasma nunca les abandonaría, como tampoco lo haría a todos aquellos que
caímos prendados ante sus historias de gnomos y espantapájaros, ante su dicción
británica, ante los ruidos de su guitarra y ante sus inolvidables melodías. Por
supuesto que te echamos de menos, genio loco.