El pequeño virtuoso italiano
Por Miguel Ángel Ariza
Tienes 20 años recién cumplidos, te has pasado
los últimos 7 u 8 años de tu vida sin salir de tu cuarto estudiando hasta 15
horas al día, los últimos dos incluso te has atrevido a transcribir las piezas
más complejas de una mente retorcida como la de Frank Zappa y ahora
estás delante de él haciendo una prueba para entrar en su mítica banda como
guitarrista. Saludas, te cuelgas tu guitarra y el bueno de Zappa comienza a ser
despiadado contigo, te habla de canciones suyas que por supuesto no conoces, te
maltrata y te desprecia y comienza a jugar sucio contigo...te dice que repitas
los ligados que él hace a primera escucha y lo haces, te dice que los hagas
pero esta vez en compás de 7/8...y lo haces; te dice que lo hagas en ese compás
pero a ritmo de reggae...y lo haces; te pide que incluyas una nota más en ese
ligado y a ese compás...y lo haces; por último te dice que añadas una nota más
que es físicamente imposible añadir a ese ligado...y te rindes; le dices que no
puedes hacerlo a lo que él responde “creo que Linda Ronstadt está
buscando guitarrista”...¡qué pedazo de cabrón! Hundido, te quitas la guitarra y
cuando vas a decir adiós te dice “Estás en la banda”.
Así comenzó la carrera profesional de Steve
Vai amigos. Si a los 20 años eres capaz de convencer al más maniático y
exigente de los músicos de rock del mundo espera a ver hasta donde llegas.
Y es que nos encontramos ante uno de los
guitarristas que están más unánimemente considerados como virtuoso por toda la
comunidad guitarrera. Este neoyorquino no escatimó nunca en horas de estudio ni
en métodos para aprender. Sirva como ejemplo que uno de sus primeros profesores
de guitarra, cuando tenía alrededor de 12 años, fue un tal Joe Satriani...puede
que os suene. Algunos años más tarde decidió también convertirse en uno de los
ilustres alumnos de la mítica escuela de música de Berklee en Boston así
que su expediente académico tiene auténtico pedigrí.
Como hemos contado ya todo ésto le valió para
hacerse un hueco en la banda de Frank Zappa, legendaria tanto por su calidad
como por la exigencia máxima a la que se veían sometidos por parte del jefe.
Steve Vai no solamente llegó para el aprobado sino que se ganó la admiración de
Zappa hasta tal punto de que éste fue relegando poco a poco su papel como
guitarrista tanto en estudio como en directo en la banda dando rienda suelta al
nuevo veinteañero. La técnica increíble de este “niño” queda resumida en los
créditos de discos como por ejemplo The Man from Utopia en los que se le
acreditan en varias canciones las “impossible guitar parts”.
El propio Vai ha afirmado muchas veces que
aquellas primeras giras con Zappa fueron un vuelco bastante estremecedor a su
estilo de vida. Había pasado de estudiar todo el día en casa a no pisar la cama
(al menos la suya) en semanas. Pero Vai no solamente aprendió de Zappa todo lo
que conlleva ser parte de una banda de rock and roll en permanente gira sino
que absorbió muchos de sus conocimientos musicales y mucho del estilo con que
Zappa solía impregnar sus canciones. El rastro más evidente de esta absorción
de ideas es el primer disco que Vai sacó en solitario, el Flex-Able de
1984, probablemente el disco más “zappiano” que puedas encontrar fuera de la
carrera del propio Frank Zappa y una obra que va mucho más allá de lo que se
podría esperar del primer disco de un “guitar hero”.
Durante este mismo periodo Steve Vai sería el
chico seleccionado para sustituir a sus “predecesores” y quizá contendientes
por conseguir el trono de guitarrista más virtuoso del planeta Tierra. En el 84
le tocó sustituir a Yngwie Malmsteen en la banda de heavy metal Alcatrazz
y, quizá provocado por el poco éxito de ésta, en 1985 entró a formar parte de
la banda de David Lee Roth una vez que éste acababa de separar su carrera
de la de Eddie Van Halen. Allá donde se necesitaba un poco de “shred
guitar” se contaba con Vai. Al contrario que con Alcatrazz el éxito de los dos
primeros álbumes de la carrera de David Lee Roth, Eat 'em and smile y Skyscraper,
éste último con la coproducción de Vai, fueron inmensos éxitos de ventas que le
alzaron aún más en su posición entre el firmamento de estrellas del Rock and
Roll de los 80.
La consecuencia más inmediata de ser una
auténtica estrella de las seis cuerdas fue el efecto llamada entre las grandes
marcas de guitarras. Durante estos años Vai usaba una “Superstrat” fabricada
por su amigo Joe “Jem” Despagny y Vai envió a todas las marcas que
querían firmarle las características que quería para su signature diciéndoles
que firmaría con la que la que hiciese la mejor guitarra de todas. Pero todas
fracasaron hasta que Ibanez le hizo llegar el prototipo de la futura Ibanez
Jem (por cierto, gran homenaje al tipo que le ayudó a diseñarla y que la
construyó para él). Ni qué decir tiene que Vai es un tipo extremadamente
meticuloso en cuanto a su sonido y que fue increíblemente minucioso a la hora
de perfeccionar esta guitarra y dejarla completamente a su gusto. Además, en
1989, siempre en busca de nuevos sonidos y nuevas fronteras en su técnica, es
el primero en introducir de la mano de Ibanez en el mercado las guitarras de 7
cuerdas añadiendo un Si grave como séptima cuerda.
La otra consecuencia de ser una auténtica
celebridad del rock fue la llamada de Hollywood
para participar en la película Crossroads (Cruce de caminos en el
España) con el mismísimo “karate kid” e ídolo de masas ochentero Ralph
Macchio de protagonista y con un duelo final entre éste y el propio Steve
Vai que muchos de nosotros miramos con sonrisa de medio lado ya que aquello es
un despropósito que refleja bastante bien las licencias del cine juvenil de los
80. El chaval quiere tocar blues y acaba tocando como Steve Vai (porque es el
mismo Steve Vai el que se encargó de hacer los dos solos, el que interpreta él
y el que interpreta su rival ficticio también menos la parte con slide que
corre a cargo de Ry Cooder)...En fin mucho blues el chico no acaba
tocando pero ¡qué coño! ¡ésto es Hollywood! Y además Steve Vai da miedo de
verdad y, lo más importante de todo y gracias al poder propagandístico infinito
de Hollywood, es que esa escena quedó grabada en la retina de millones de
personas y seguro que muchos chavales se compraron una guitarra y trataron de
hacer cosas parecidas en sus casas gracias a esa película...ahí queda eso.
Si lo de los chavales comprando guitarras no
fuese suficiente aquella escena en Crossroads le valió al bueno de Vai
el entrar de guitarrista en una de las bandas más grandes del mundo como eran
los Whitesnake de finales de los 80 y es que, como el propio David
Coverdale ha reconocido, llamó a Vai para sustituir la marcha de Vivian
Campbell y al lesionado Adrian Vandenberg en 1989 habiendo escuchado
de toda la carrera de Vai tan sólo el solo de la escena final de la película.
Con ellos grabó uno de los álbumes más exitosos de la banda, el Slip of the
tongue, con temas tan míticos como el Fool for your loving lo que
continuó manteniendo a Vai como figura indiscutible del rock hasta el final de
la década.
Y para no bajar el listón en 1990 ve la luz su
segundo y más aclamado disco hasta la fecha Passion and Warfare, un
disco absolutamente personal en el que Vai se “encuentra” a sí mismo y
despliega toda su sabiduría en canciones como For the love of god en la
que podemos disfrutar de un guitarrista en plenitud creativa y técnica. Es un
disco de guitarra eléctrica, casi obviando todo sonido vocal salvo partes
habladas, hecho por un compositor que se expresa a través de una guitarra
eléctrica; a lo que vamos es que no nos encontramos ante un disco de pop
comercial precisamente pero aun así tuvo una increíble respuesta del público en
general lo que avala aún más a la mente creadora detrás de todo esto. Vai es
mucho más que un guitarrista y se lo demuestra al mundo con este disco.
Desde entonces la carrera de Vai ha estado
marcada siempre por la búsqueda de nuevos sonidos y nuevos “mundos” en los que
adentrarse con su guitarra. Ello le ha supuesto recibir críticas muy duras como
las que recibió con su disco Sex and religion con todos sus fans
esperando una continuación de Passion and Warfare y de la que Vai huyó
como de la peste porque, amigos, este tipo es uno de los guitarristas más
virtuosos de la historia pero como él mismo ha declarado “siempre tienes que ir
más allá y más profundo que la técnica” y él encuentra ese camino a lo más
profundo siempre alejándose del terreno que ya ha pisado antes. Como él mismo
reconoce siempre compone canciones “pensando en que nadie las va a escuchar” y
es así como se siente libre siempre para hacer lo que él realmente quiere y expresar
de verdad lo que lleva dentro. De ahí que en estos últimos años hayamos podido
disfrutar a este culo inquieto dando rienda suelta al “shredder” que lleva
dentro junto con su “profe” Joe Satriani con las giras del G3 y por otro
lado hemos podido escuchar cómo se le da realmente bien arreglar sus propios
temas para orquesta en discos como el Sound Theories Vol I and II,
haciendo arreglos orquestales que van mucho más allá que unir instrumentos
eléctricos a una orquesta sinfónica.
Así que toda esta paleta de colores es la que
representa el mundo de Steve Vai, este “little italian virtuoso” como le
llamaba Zappa que realmente es mucho más que un virtuoso y para muestra este
pequeño recorrido por su carrera, cuatro décadas dedicadas a la música en las que
casi lo único que le falta por hacer es...ser el guitarrista de Linda Ronstadt.