Uno de los nuestros
Por Sergio Ariza
Johnny
Cash siempre tuvo en mente poder tocar su clásico de
1955, Folsom Prison Blues, delante de
los presidiarios que abarrotaban sus muros. El 13 de enero de 1968 pudo ver
cumplido su sueño. No había mejor público posible para su colección de
canciones sobre tipos que disparaban a un hombre en Reno sólo para verle morir,
que asesinaban a su pareja después de esnifar coca, que cuentan los últimos 25
minutos antes de que les cuelguen o que prefieren morir en la horca antes que
confesar que estaban en la cama con la mujer de su mejor amigo...
Desde el momento en el que el ‘hombre de
negro’ apareció en el escenario, con su Martin acústica negra al hombro, y dijo
aquello de “Hello, I’m Johnny Cash”
aquella actuación se convirtió en el momento definitorio de la carrera del
autor de I Walk The Line, el momento
en el que, como dijo su hija Roseanne,
supo a la perfección quién era y qué representaba. Un año antes había
conseguido solucionar su problema con las drogas y ahora estaba dispuesto a
volver a la cima, y ser aclamado como el músico country más importante de su
tiempo. Fue entre los muros de la prisión de Folsom donde lo consiguió.
Acompañado por sus fieles Tennessee Three; Marshall
Grant al bajo, W.S. Holland a la
batería y el inimitable Luther Perkins
a la guitarra eléctrica (este último, con sus Esquires y Telecasters, como la
que tocó ese día, sería uno de los arquitectos del sonido de Cash, responsable
de ese sonido que se conoció como 'boom-chicka-boom');
Cash dio una de las mejores actuaciones de su carrera, logrando simpatizar con
un público lleno de parias y forajidos, los mismos que poblaban sus canciones.
También tuvo la ayuda de su mujer, June
Carter, con la que cantó un par de duetos, Jackson y Give My Love To
Rose, y su viejo compañero de Sun Records, Carl Perkins, que había abierto la
velada tocando su inmortal Blue Suede
Shoes, probablemente con su vieja Gibson ES-5.
El disco se convirtió en su mayor éxito, aunque
fue superado un año después por su directo en San Quentin, logrando revitalizar
su carrera y convirtiéndole en la figura más respetada de la música country.
Aquella actuación definiría para siempre su carrera, un logro histórico
conseguido en el peor de los escenarios. Un lugar en el que resuenan con más
fuerza estas palabras escritas muchos años atrás, mientras estaba en el
ejército, impactado por un documental sobre la famosa prisión:
“Bueno, si me liberaran de esta prisión
Si
esa línea de tren fuera mía
Apuesto a que me mudaría un poco
Más debajo de
esa línea
Lejos de la prisión de Folsom
Ahí es donde quiero quedarme
Y
dejaría que ese silbido solitario
Se llevara mis penas con él”
*
*(Como no hay imágenes televisivas de su
actuación en Folsom, nos hemos tomado la libertad de incluir vídeos de su
legendaria actuación en San Quintín en 1969, un año después, ya sin el gran Luther
Perkins en su banda, puesto que falleció el 5 de agosto de 1968).