Mick Taylor, el verso libre de los Stones
Por Sergio Ariza
"Es
solo esta vida endemoniada que te tiene tambaleante" ("It's just that demon life has got you in its
sway")
Mick
Taylor jugó con fuego y se quemó, fue parte de la
"banda más grande de rock and roll
del mundo" en su mejor periodo y siendo el mejor guitarrista
técnicamente que ha pasado por ella, haciendo solos con los que Keith Richards, Brian Jones o Ron Wood solo podían soñar pero al
contrario que éstos, Mick Taylor nunca fue realmente un Rolling Stone. Dejó el
puesto por el que suspiraban el resto de guitarristas (¿de hombres?) del mundo
porque ser un Rolling Stone no era la suyo, lo suyo era tocar la guitarra como
los ángeles y hacer solos que se grababan en la memoria como la melodía más
pegadiza. Su relación profesional con Richards fue una de las duplas
guitarrísticas más importantes de la historia porque sus estilos no podían ser
más complementarios pero, personalmente, no podían ser más distintos. Los
Stones hicieron sus mejores giras y discos con él, también definieron
definitivamente su sonido, desde luego el arquitecto de ese sonido fue Keith
pero sus riffs nunca tuvieron, ni antes ni después, un solista más importante
que Taylor.
Mick Taylor, nacido un 17 de enero de 1949,
fue un guitarrista de lo más precoz. A los 14 años estaba devorando discos de Elmore James y Freddie King, tocando mientras
sonaban y dos años después estaba subido encima de un escenario con el padre de
la escena blues británica, John Mayall,
reemplazando al guitarrista más famoso del país, Eric Clapton. Fue en una actuación
en la que Clapton no se presentó, Taylor estaba en la audiencia y se conocía
los discos de Mayall, así que tras una pausa se dirigió al escenario y pidió
que le dejaran tocar, ya que la Les Paul de Clapton estaba allí, Mayall decidió
correr el riesgo y el chico cumplió a la perfección. Tanto es así, que un año
después, cuando tanto Clapton como su reemplazo, el gran Peter Green, le hubieran dejado
para formar sus propias bandas, Mayall decidió llamarle convirtiéndose en
miembro de los Bluesbreakers con solo 17 años.
Su primer disco con la banda, en la que
todavía estaba John
McVie al bajo, fue Crusade y
en cosas como Snowy Wood demostraba
que las botas de Clapton no le sentaban grandes. Mucho mejor fueron sus
aportaciones a los siguientes dos discos de la banda, Bare Trees y Blues From
Laurel Canyon, publicados en 1968. Taylor se empieza a encontrar como
solista, a pesar de no contar todavía con 20 años. Para ese momento ya tocaba
con una Gibson Les Paul Standard del 59 que había conseguido del mismísimo
Keith Richards, y es que el destino es así de caprichoso.
Entre las cosas más interesantes de su tiempo
con Mayall se pueden destacar el wah wah de la propia No Reply (en la que se puede notar la influencia de Hendrix), el expresivo solo
utilizando el 'feedback' que suena inspirado por Clapton de I Started Walking (una de las suites que
ocupaban toda la primera cara de Bare
Trees), sus primeros coqueteos con la Stratocaster en Vacation y Walking On Sunset
o la demostración de que se había convertido en un maestro del slide con The Bear o 2401.
A principios del 69 dejó a Mayall, sus dos
predecesores se habían ido para formar dos de las bandas más importantes de
rock del país, Cream y Fleetwood Mac, así que Taylor no estaba muy preocupado sobre su
futuro. Él no formó una banda sino que se enroló en “la banda de rock and roll más grande del planeta”. Hasta su llegada
los Stones no se hacían llamar así, pero con la inclusión del guitarrista el
título les sentaba a la perfección. Su último disco había supuesto su mejor
obra hasta la fecha, Beggar's Banquet,
y estaban acabando otro que no le iba a la zaga, Let It Bleed, además estaban preparados para volver a los
escenarios y reclamar la corona del rock. Taylor sería la guinda de este
periodo dorado que se extendería hasta su exilio francés.
Taylor recibió la llamada después de que su ex
jefe le recomendara a unos Stones que estaban buscando sustituto a un Brian
Jones que había perdido todo interés en la banda y andaba en medio de una
autodestructiva relación con las drogas. El 24 de mayo se presentó en los
estudios Olympic de Londres y comenzó a intercambiar 'licks' con Keith Richards
en la última canción que se grabó para Let
It Bleed, Live With Me. El
resultado fue mágico, los dos guitarristas mezclaban a la perfección y los
Stones entraban en una nueva era. Para muchos la mejor de su carrera, sobre
todo si consideramos que en esta canción también hace su primera aparición otro
hombre fundamental en la historia de la banda, el saxofonista Bobby Keys.
Dos semanas después el guitarrista recibió la
llamada por la que suspiraban la mayoría de guitarristas del planeta, era miembro
oficial de la banda. En una de sus primeras sesiones grabó la increíble Jiving Sister Fanny que demostraba que
habían elegido al guitarrista adecuado. En ella se puede ver un avance de lo
que harán en los 70, realmente suena más al sótano donde grabaron Exile On Main Street que a Let It Bleed, un disco en el que no
encaja tanto por lo que no la incluyeron en el disco. Lo que sí que llegaría a
aparecer fue su slide en Country Honk,
para la que utilizó la misma Selmer que había utilizado en 2401 con Mayall. Mucho más importante fue su aportación a la
versión rock de esta, Honky Tonk Women,
que sería la primera canción de la etapa Taylor que vería la luz, publicada un
3 de julio de 1969, el mismo día que encontraron muerto a Brian Jones en su
piscina. Como decía, el fin de una era...
El principio oficial de la nueva tuvo lugar
dos días después en el Hyde Park londinense ante un cuarto de millón de
personas. No está mal para que un joven de 20 años se presente ante el mundo
como el sustituto del hombre que había iniciado la banda. Pero si Taylor no
tembló cuando se colgó al hombro la guitarra de Dios cuando tenía 16 años,
tampoco lo hizo ahora. Junto a una enorme foto de Brian Jones, con su fiel SG
entre las manos, Taylor se lanzó a una frenética versión del I'm Yours, I'm Hers en la que todo el
mundo pudo comprobar que los Stones tenían ahora un 'guitar hero' en sus filas.
Fue con esa SG con la que completó casi toda aquella primera gira que les dio
el título de "banda más grande de
rock and roll" y que terminó en el trágico concierto de Altamont donde
un Ángel del Infierno apuñaló a un espectador. Mick Taylor ya podía hacerse una
idea de dónde se estaba metiendo. Esta gira tuvo su reflejo en el estupendo Get Yer Ya Ya's Out uno de los mejores
discos en directo de la historia donde podemos disfrutar de Taylor en cosas tan
espectaculares como Street Fighting Man
o un Midnight Rambler que encontrará
aquí su versión definitiva.
Ya como miembro de pleno derecho llegó la
grabación de Sticky
Fingers, otro clásico absoluto, fue aquí donde Taylor tuvo sus mejores
momentos como Stone, desde el toque country, casi pedal steel, que consigue
darle con su Gibson ES-345 a Dead Flowers
a los dos increíbles solos con su Les Paul (el primero con slide y el segundo
mi favorito de toda su carrera) de la maravillosa Sway, sin olvidar su exquisito solo, con guiños a Santana, en la
extensa jam que cierra Can't You Hear Me
Knocking o sus geniales aportaciones (como la inclusión de cuerdas) al
hermoso cierre con Moonlight Mile.
Los Stones estaban en racha, o se podría decir
en vena, y su siguiente trabajo sería la culminación de esta increíble etapa, Exile On Main Street. Grabado en 1971 en
su exilio en la Costa Azul francesa, fue aquí cuando Taylor comenzó a
engancharse a las drogas. Algo no muy difícil, teniendo en cuenta que el disco
se grabó en la mansión de Richards en la que la heroína era el pan nuestro de
cada día. Tanto es así que, a veces, Taylor tiraba del cable de su guitarra y
veía como uno de los amigos de Keith caía con el mismo enrollado en su
antebrazo. El resultado fue, a la vez, el mejor disco de su carrera (y uno de
los cinco mejores de todos los tiempos) y el fin de ese periodo dorado. La gran
fiesta antes de la gran resaca. Aun así las contribuciones de Taylor siguieron
siendo excelentes como su increíble solo en Shine
A Light o su maestría con el slide como prueban All Down The Line, Stop Breaking Down o Soul Survivor. También fue la única vez que el tándem Jagger/Richards
le dio parte de crédito en una canción, Ventilator
Blues.
Tras aquella orgía de creatividad y drogas las
cosas dejaron de ser lo mismo en la banda. A pesar de una excelente gira de
presentación, posiblemente los Stones nunca hayan sonado mejor, la química en
la banda se rompió de alguna manera, cada uno comenzó a ir por su lado y las
cosas se agriaron entre Jagger y Richards. Los siguientes dos discos estuvieron
un peldaño por debajo de sus grandes clásicos y Taylor comenzó a sentirse cada
vez menos a gusto. Su extraña salida se debió a varios motivos. Por un lado vio
como sus contribuciones en la labor compositiva no se veían reflejadas, por
otro el mal ambiente le estaba afectando con Richards recriminándole que tocaba
muy bien en directo pero era inservible en estudio, también veía que la banda
se estaba desintegrando y que no iba a durar mucho más y, por último pero no
menos importante, su estilo de vida le estaba costando la salud y, mucho temía,
la vida.
Así que en diciembre de 1974 soltó la bomba,
dejaba los Rolling Stones, algo que nunca pudieron comprender sus Satánicas
Majestades. Antes había firmado su maravillosa carta de despedida musical con
el solo de Time Waits For No One, su
favorito de su paso por la banda. Los Stones le reemplazarían por Ronnie Wood,
al que Taylor había ayudado en su primer disco en solitario, y, a pesar de
discos tan interesantes como Some Girls,
nunca volverían a alcanzar las cotas de su periodo con Taylor. Eso sí, puede
que el peor parado fuera el propio Taylor que tampoco tuvo el excelente
material de Jagger y Richards para sobresalir con sus solos.
En 1975, en cierto modo, volvió a meterse en
los zapatos de Clapton, ingresando en la banda de Jack Bruce con la que salió de gira en 1975, aunque no llegó a
grabar nada. En 1977 colaboró con Little
Feat en directo y con Gong en el
estudio y en 1979 apareció su debut en solitario. Si algo confirmaba era que
Taylor era mucho mejor músico que compositor. En los 80 volvió a salir de gira
con John Mayall y conoció a Bob Dylan
con el que tocó en dos de sus mejores canciones de la década, Tight Connection to My Heart y Sweetheart like you, además de ser el
guitarrista de su gira de 1984 que se vería reflejada en el disco Real Live. Con semejante material,
Taylor volvió a dar lo mejor de sí mismo.
Y es que un guitarrista puede destacar en
material no muy bueno pero necesita gran material para dar lo mejor de sí
mismo. Y así lo mejor de Taylor llegaría revisitando sus grandes momentos como Sway junto a Carla Olson. Porque no hay duda de que Taylor es el mejor
guitarrista técnicamente que ha pasado por los Stones, tocando cosas que Keith
Richards solo puede soñar, pero saben qué, Keith ha hecho Satisfaction, Sympathy For The Devil, Jumpin' Jack Flash o Midnight Rambler, mientras que Mick
Taylor solo ha tocado (maravillosamente) en ellas, lo cual, bien mirado, le sigue
convirtiendo en uno de los mejores guitarristas de la historia.