El culmen de la etapa berlinesa
Por Sergio Ariza
A David
Bowie no se le llama el camaleón por casualidad, el autor de Changes se pasó toda su carrera
intentando abrir nuevos caminos y no quedarse nunca estancado en un único
sitio. Posiblemente no haya otro artista que haya sabido asimilar tantas
distintas influencias como él, siempre logrando que el resultado final fuera
absolutamente único y personal. También ha sabido sacar el mejor provecho de
sus colaboradores, haciendo que muchos de ellos dieran lo mejor de sí mismos
junto a él. En 1977 Bowie ya había pasado por muy diversas fases, de joven mod
a cantante de cabaret, de cantautor hippie a alienígena 'glam', de cantante
soul a cocainómano delgado, el año anterior se había marchado a Berlín junto a Brian Eno y había entregado uno de los
discos más revolucionarios de la historia, Low.
Ahora a esos nuevos sonidos, tremendamente influidos por el ex Roxy Music y el Krautrock alemán, les
tocaba encontrar la canción definitiva por la que sería recordada esta etapa.
Heroes es el disco más alemán de la 'trilogía berlinesa', Bowie muestra al
mundo su amor por las bandas 'krautrock', incluso nombrando una de sus
canciones V-2 Schneider en homenaje
al componente de Kraftwerk, Florian
Schneider. Como en Low el disco
se divide en dos partes, una primera más centrada en canciones más
convencionales (dentro de los términos de Bowie) y una segunda en la que se
centra en extraños pasajes instrumentales, aunque termina con The Secret Life of Arabia, una canción más
cercana a las que aparecen en la primera cara y que fue coescrita por Bowie y
el guitarrista Carlos Alomar. Claro
que, a pesar de su excelente aportación, no es este el guitarrista que más
sobresale en este disco, siendo ese puesto cubierto por Robert Fripp, al que llamó Eno para
que se pasara por el mítico estudio Hansa berlinés. El líder de King Crimson, que llevaba tres años
retirados de la música (con pequeñas apariciones en proyectos de otros,
principalmente Eno), no dudó en aceptar la llamada.
En una primera toma le dio su distintivo
sonido de guitarra a la canción que abre el disco, la amenazante The Beauty and the beast, y a la
brillante Joe the Lion pero lo mejor
estaba por llegar. En la que posiblemente sea su grabación más famosa, la
canción titular, Fripp conseguirá un sonido único y magistral, adelantándose
más de diez años a los experimentos de My
Bloody Valentine con el ‘feedback’. Tras escuchar una vez la canción, enchufó
su Les Paul a su Hiwatt con un pedal fuzz y se fue moviendo por la habitación
subiendo el volumen para conseguir sostener la nota con el ‘feedback’. Tras
tres tomas, Tony Visconti, el
productor, vio que lo había hecho perfecto pero decidió utilizar las dos
primeras y poner las tres a la vez. Como siempre, Bowie supo conjugar la
brillantez de mucha gente para dar lo mejor de sí mismo y en esa canción
consiguió la mejor canción de su trilogía berlinesa, (y junto a Life on Mars? de toda su carrera). Un himno
en el que Bowie nos dice que podemos ser héroes, aunque solo sea por un día.
Claro que lo alienígena es seguir siéndolo tras 12 discos de estudio, abriendo
nuevos caminos con cada uno de ellos. Una canción gigante que demuestra que, a
pesar de todo, la humanidad dejará un legado tras de sí. Si la guitarra de
Robert Fripp es una maravilla, la verdadera triunfadora de la canción es la voz
del propio Bowie, presentada a través de tres micrófonos distintos.
Evidentemente Heroes es mucho más que su increíble canción titular, como
demuestra el hecho de que el propio Bowie decidiera homenajear a esta portada
en la del disco de su triunfal regreso en 2013, The next day, pero es normal que una canción tan monumental
destaque por encima del resto. Con Heroes
Bowie alcanzó la cima de su nueva etapa y comenzó a pensar en la siguiente,
aunque todavía quedaba un disco más en Berlín, Bowie ya había comenzado a mudar
de piel para una nueva reinvención.