La guitarra de la psicodelia
Por Sergio Ariza
Los Byrds siempre parecían ir un paso por
delante de sus coetáneos, si con su primer disco habían creado el folk rock
guiados por la mítica Rickenbacker de 12 cuerdas de Roger McGuinn, en febrero del 67 se adelantaron unos meses al
verano del amor y entregaron una de las primeras obras maestras de la
psicodelia. El grupo ya había coqueteado con el género en una de sus mejores
canciones, y la última en la que contaron con la colaboración del gran Gene Clark, 'Eight miles high'. Allí ya se vislumbraba que la Rickenbacker de
McGuinn, responsable del característico sonido tintineante de la banda, estaba
preparada para llevar al grupo un paso más allá.
Desde
los primeros compases de 'So you want to
be a rock'n'roll star' se ve a un grupo sin miedo por experimentar. En esta
cínica mirada al mundo de la música pop, compuesto por McGuinn y Chris Hillman, se mete la maravillosa
trompeta del sudafricano Hugh Masekela,
aunque es el riff de la Rickenbacker
de McGuinn y el bajo de Hillman los que ponen los cimientos de la misma. Claro
que si McGuinn vuelve a ser el arquitecto del sonido del grupo, son David Crosby y Hillman los que entregan
las mejores canciones. En particular el bajista, que se estrena componiendo y
cantando en este disco, y entrega la beatlemaniana
'Have you seen her face' (con un
maravilloso solo cortesía de McGuinn, en el que sustituye a la Rickenbacker por
una Gretsch Country Gentleman, como las que tenía Crosby, que le da ese sabor
distinto al habitual), coquetea con el LSD en 'Thoughts and words' y adelanta su tiempo en los Flying Burrito Brothers con 'Time between' y 'The girl with no name', en las que Clarence White y su Telecaster aparecen por primera vez en un disco
de los Byrds, aunque todavía no como miembro oficial y sin su icónico B Bender,
pero añadiendo mucho sabor a estos acercamientos al country en los que
profundizaran en el mítico ‘Sweetheart of
the rodeo’.
Por
su parte, Crosby se mete de lleno en la psicodelia con 'Mind gardens' y entrega una de sus mejores canciones con 'Everybody´s been burned', en la que
McGuinn vuelve a sobresalir con uno de sus solos más sentidos, además de
coescribir junto a este las fantásticas 'Renaissance
Fair' (que Eric Burdon utilizará
en la magnífica 'Monterrey') y 'Why' en la que McGuinn se vuelve a
lucir haciendo que su mítica Rickenbacker suene como el sitar del mismísimo Ravi Shankar.
Puede
que los Byrds tengan otros discos más míticos como el primero o ‘Sweetheart of the rodeo’, con el que
iniciaron el country rock, pero es ‘Younger
than yesterday’, una de las obras cumbres de la psicodelia, el que contiene
sus mejores canciones. No en vano, en 2008, durante el transcurso de una
entrevista le preguntaron a McGuinn por sus canciones favoritas de los Byrds y
de las 6 que nombró, 4 aparecían en este disco, ‘Renaissance Fair’, ‘Time
Between’, ‘Have You Seen Her Face’
y ‘So You Want To Be A Rock ‘n Roll Star’.
Sobre todas sobrevuela el sello particular del grupo a través de todas sus
etapas, su original forma de tocar la guitarra. Una guitarra que, tras definir
el sonido del folk rock, se convirtió en la guitarra de la psicodelia.
(Imágenes: ©CordonPress)