Conjurando el fantasma de Syd Barrett
Por Sergio Ariza
Cuatro notas de la Stratocaster negra de David Gilmour (Si bemol, Fa, Sol, Mi)
fueron las desencadenantes del disco más melancólico y sentido en la carrera de
Pink Floyd. Esas cuatro notas
hicieron click en la cabeza de Roger
Waters y le trajeron a la mente a su amigo y ex antiguo líder y creador de
la banda, Syd Barrett. Su fantasma,
que siempre les había acompañado después de su traumática salida propiciada por
su deterioro mental, se hizo presente y, como en las novelas victorianas,
apareció en carne y hueso, que no en mente, hacia el final de la grabación,
dando el clímax necesario a un disco único. 'Wish you were here' fue un disco sobre la ausencia de Barrett pero,
en cierto sentido, también fue el canto del cisne de la banda como tal.
No era tarea fácil continuar 'The dark side of the moon', un disco
que les había convertido en el grupo más popular del mundo y había vendido
millones de copias. Como apuntaba Gilmour, el amigo de Barrett que le había
sustituido en el 68, habían conseguido cumplir todos sus sueños adolescentes,
tenían el pack completo de una estrella de rock, mujeres, dinero y popularidad,
pero no eran más felices por ello. La banda se asomaba a un muro y tenía que
comprobar si estaban en ello por el dinero y la fama o por la música en sí.
Waters en particular se sentía alienado del público, algo que luego se
reflejaría en 'The Wall'. Para la
continuación de 'Dark side' se habían encerrado en un estudio para que surgieran
las ideas y habían aparecido tres nuevas canciones, 'Raving and Drooling', 'You
Gotta Be Crazy' y 'Shine On You Crazy
Diamond' pero también habían surgido varios problemas entre los miembros de
la banda. No parecía la mejor oportunidad para salir de gira pero aun así lo
hicieron, el resultado fue un desastre musical y crítico.
Herida en su orgullo la banda se encerró en el
Estudio 3 de Abbey Road en enero de 1975 pero el ambiente siguió siendo malo
por un tiempo, no había ideas y las horas pasaban en el estudio sin hacer otra
cosa que beber o jugar a los dardos. No fue hasta que Waters, inspirado por
esas 4 notas de Gilmour, decidió conjurar el espectro de Barrett que las cosas
comenzaron a rodar. Convirtiendo a 'Shine
On You Crazy Diamond' en la pieza central del disco, Waters decidió que no
había cabida para las otras dos canciones nuevas (que acabarían entrando en 'Animals'). Gilmour se opuso, pero Mason y Wright se alinearon con Waters y el disco comenzó a tomar forma.
Asqueado con la industria musical, a la que en parte echaba la culpa por el
deterioro de Barrett, Waters compuso dos dardos envenenados contra la industria
y los ejecutivos, 'Welcome to the
Machine' y 'Have a cigar',
cantada por Roy Harper, un amigo de
la banda que se encontraba grabando en Abbey Road, después de que Waters no
quedase satisfecho con su propia interpretación.
La guinda del pastel llegó con otra
colaboración entre Gilmour y Waters, el guitarrista acababa de comprarse una 12
cuerdas acústica y estaba tocando con ella cuando sacó los acordes y el icónico
riff de ‘Wish you were here’,
Waters quedó encantado y pensó que podría hacer algo con ello, el resultado fue
la canción más emblemática de la banda y un lamento por la ausencia de varias
cosas, como la antigua camaradería en la banda, pero, también, del hombre que
les había dado fama y nombre, antes de que su cerebro se derritiera por
diversas causas, Syd Barrett.
En la grabación del disco todos dieron el
máximo y se empaparon de ese espíritu melancólico, Gilmour brilla especialmente
en la canción titular donde realiza un expresivo solo con su Martin D-35
acústica y en ‘Crazy diamond', con
varios solos en los que hace varias referencias a músicos de blues,
principalmente, B.B. King. Aunque la
referencia más acertada la hace Wright en la última parte cuando toca la
melodía del 'See Emily play' de
Barrett.
Pero no se puede terminar esta historia sin
señalar su momento más significativo, la visita de un fantasma del pasado. El 5
de junio, mientras estaban mezclando 'Shine
on you crazy diamond' (quien sabe si con esas 4 notas resonando), un
extraño hombre apareció en la cabina, estaba calvo, llevaba las cejas depiladas
y tenía una barriga prominente. Nadie le reconoció al principio, pero tras unos
segundos eternos, Gilmour confirmó al resto de la banda que estaban ante Syd
Barrett. El delgado y seductor responsable del maravilloso debut de la banda
les miraba fijamente con esos "agujeros negros" que tenía por ojos en
los que no se veía nada sino el vacío. Waters no pudo evitar las lágrimas.
Cuando comenzaron a hablar con él volvieron a comprobar que les hablaba desde
una realidad paralela, Syd estaba allí pero hacía tiempo que no estaba, el
fantasma se había hecho realidad pero la sensación de ausencia no les
abandonaría jamás. Nunca le vieron más pero su fantasma siempre les
acompañaría.