Passion And Warfare (For the love of...guitar)
Steve Vai (1990)
El disco que le dio la vuelta a la guitarra y
le convirtió en leyenda
Como buen alumno de Frank Zappa, Steven Siro
(6 de junio de 1960. Carle Place. Nueva York), conocido para la Historia del
Rock como Steve Vai, reúne las dos
condiciones necesarias para ser un genio: es un maestro y está completamente
loco, pero no en el sentido de un enfermo, sino en el de una mente inmensamente
creativa con manos de oro. Su primera nota la dio a los 5 años en un piano; a
los 16, aprendía a tocar con Joe
Satriani; hoy es una leyenda andante que le ha dado la vuelta a la guitarra
eléctrica.
Sumergirse en el universo de Vai exige poco
menos que una tesis doctoral. Cada una de sus doscientas y pico guitarras -ni
él sabe cuántas- es una obra de arte y de ingeniería, da igual que tengan dos o
tres mástiles, seis o siete cuerdas, o las pastillas situadas en sitios
inverosímiles. Siempre, por supuesto, sobre el esqueleto de sus Ibanez Jem signature. En este punto, lo
mejor es remitirse a los expertos en la materia.
Satriani le enseñó la técnica, Zappa a ser un
músico y Alcatrazz y Whitesnake le convencieron de que su
destino era caminar solo. En los 90, su talento y su personalidad se comían el
escenario. Era el momento de dar el salto y reiniciar su propia carrera tras un
discreto debut unos años antes con Flex-Able
y Flex-Able Leftlovers, ambos
lanzados en 1984.
Passion
& Warfare llegaría prácticamente por sí mismo. Se
nota de principio a fin de un album sin un solo resquicio. Cada nota ocupa su
sitio con la perfección que exigía Zappa (era el transcriptor de sus guitarras)
pero, sobre todo, parecen realmente salir de esa fuerza interior a la que él siempre
atribuye su genialidad. Simplemente se deja llevar y la música fluye desde sus
dedos, es su inevitable respuesta entrevista tras entrevista.
Un cuarto de siglo después, aquel disco mágico
mantiene el embrujo de las obras maestras. Vai acertó en el momento preciso
para consolidar su fama como guitarrista y, desde ese momento, hacer
prácticamente lo que quisiera. Hoy le escuchamos maravillados, pero en 1990
aquellos solos de guitarra sonaban más extraterrestres que psicodélicos con su
toque surrealista y toneladas de espiritualidad.
Acompañado de Chris Frazier a la batería, Stuart
Hamm en el bajo y Dave Rosenthal
en los teclados, Vai utilizó su pasión por la guitarra para declarar la guerra
al mundo, al que engatusó con los exasperantes sostenidos de For the love of god, una increíble
canción que se debería haber titulado For
the love of…guitar. Fue una apabullante tarjeta de presentación en forma de
lección magistral.
Pero reducir a Vai al rol de simple virtuoso
sería injusto e inexacto. Para el neoyorquino, la técnica no es un fin sino una
herramienta que es necesario dominar para comunicarse -da igual que sea con
palabras o con acordes- con sus semejantes. Incluso cuando le domina esa fuerza
interior de la que sólo disfrutan los locos maravillosos.
(Imágenes: ©CordonPress, ©GuitarsExchange)