Hardwired...To Self Destruct (2016)
Metallica
Hetfield y Ulrich cierran las heridas con un
gran disco
A regañadientes, los grandes santones de la
crítica musical han tenido que inclinarse y darle un 9 sobre 10 al nuevo disco
de Metallica. ‘Programado… para la
autodestrucción’, un destino del que los de San Francisco se burlan desde el
título con su regreso tras ocho largos de silencio para demostrar que no sólo
están vivos. Tampoco quieren renunciar al cetro de los 4 grandes del metal.
Una casualidad cambió el rumbo del disco. O al
menos es la excusa oficial para que James
Hetfield y Lars Ulrich hayan
copado solitos los casi ochenta minutos repartidos entre dos cedés. Al parecer,
Kirk Hammett no figura como autor de
ninguna canción, la primera vez desde su incorporación a la banda, porque
perdió su teléfono en un aeropuerto junto con más de 200 ‘ideas’ para el nuevo
álbum poco antes de entrar en el estudio de grabación, donde sus dos compañeros
le esperaban con los deberes hechos. El bajista Robert Trujillo al menos colabora en Manunkind.
Kirk Hammett ha quedado relegado -es un decir-
a brillar con su colección de ESP en los solos, demostrando que aún le quedaban
en la cabeza algunas de esas ‘ideas’ perdidas. Con las canciones de Hetfield y
Ulrich a punto, se ha esforzado al máximo con todo su repertorio de trucos y
efectos.
Otra ESP es la que toma el mando, aunque con
el permiso de la descomunal batería (Tama) del polémico fundador de la banda.
James Hetfield y Lars Ulrich han superado sus problemas con la vida, los que
les han tenido casi dos décadas dando tumbos, musicalmente hablando, por los
escenarios con unos discos pobretones. Ni siquiera hace ocho años Death Magnetic consiguió convencer a sus
fans. Fue un buen intento, pero insuficiente.
Metallica dispone ahora incluso de su propio
sello discográfico, Blackened, para poder controlar su trabajo sin
interferencias ‘de la industria’. Quizá eso lo que haya liberado a los dos
miembros más veteranos de la banda para intentar resucitar, al menos en
espíritu, la energía de sus primeros discos. Y eso, sin duda, lo han conseguido
con un disco, el décimo de su carrera, que define el heavy en todos sus
sentidos con los tambores de Ulrich y la rítmica de Hetfield.
Los críticos que habían escrito antes de
tiempo el obituario de Metallica sólo han podido quejarse de que es “demasiado
largo”, que sobran canciones y algunas de estas podrían ser más cortas. ¿Se
aburren? Su penitencia es que en la edición ‘deluxe’ hay una tercera dosis que
incluso te deja con ganas de más droga
dura. En el segundo cedé, Murder One
rinde homenaje a Lemmy (Mötorhead), y deja para el tercero,
casi íntegramente en vivo, el tributo a Ronnie
James Dio y un par de versiones de Deep
Purple y Iron Maiden.
El tiempo ha hecho, simplemente, su trabajo.
Borrar el desgarro con sus fans y con ellos mismos que provocó Ulrich cuando se
empeñó en poner puertas al campo con una guerra inútil contra Napster en la
prehistoria de las descargas en Internet. Hoy, la herida parece ya completamente
cerrada y la sangre vuelve a circular.
(Imágenes: ©CordonPress)