Frampton Comes Alive/Acoustic Classics (1976/2016)

Peter Frampton

Aquel chico con una tonelada de laca en su melena y carita de querubín, que enamoraba a nuestras novias mientras nos vacilaba con su guitarra ‘parlante’, es hoy un venerable viejo rockero de frente despejada hasta la nuca y rostro afable que acaba de cumplir 65 años. Aquel chico que tenía de compañero de instituto a un tal David Bowie es Peter Frampton, una leyenda que nos sigue dando lecciones con su Acoustic Classics, un repaso a su carrera abrazado a una acústica que busca la belleza en la sencillez que siempre ha caracterizado a esta verdadera antiestrella del rock.  

Hace exactamente 41 años, en 1976, Frampton lanzaba su mítico Frampton Comes Alive! Un disco que le consagraría como uno de los mejores guitarristas del rock armado con su talk-box y gracias a un puñado de esas canciones que nunca desaparecen del ‘fondo de armario’ de las emisoras de radio.
Show me the way, Do you feel like I do, I’m in youPocas veces se da un ‘pelotazo’ musical de tales dimensiones. A sus 26 años, era el chico de moda.




Una estrella a la que aquellos seis millones de discos vendidos de una tacada le han pesado durante casi tres décadas en las que estuvo prácticamente desaparecido pese a la ayuda de sus viejos amigos de Humble Pie, Bowie o los Rolling Stones. En 2007 la suerte volvió a sonreírle, recibió un Grammy al mejor disco instrumental -Fingerprints- y resucitó sin complejos su carrera con el reclamo del 35º aniversario del Frampton Comes Alive!

Frampton
descubrió que la gente lo que quería era verle tocar en directo. Quería escuchar su guitarra. Y también aquellas viejas canciones.


Ese nuevo Frampton es el que ha grabado sus ‘clásicos’ desenchufado tras liberarse de la presión del éxito. Sabe que sus discos no volverán a ser número 1 por lo que puede hacer lo que quiera, incluso recrearse en su propia leyenda. Y en su nuevo álbum se le nota disfrutar reinterpretándola con la joya de seis cuerdas que le acompaña en la portada.


La relación de Frampton con sus guitarras es difícil de entender salvo para alguien como los lectores de
guitarsexchange.com. Son una extensión de sí mismo. Lo explicaba él mismo hace unos pocos años en una entrevista para Gibson -otro enamorado de las Les Paul- al atribuir gran parte de su bloqueo creativo en los años 80, cuando tenía el mundo a sus pies, al maldito accidente aéreo que, en 1980, se llevó por delante toda su colección, todo su equipo, todas aquellas guitarras cuidadosamente tuneadas para sus dedos demasiado pequeños y primorosamente decoradas. Sin ellas, afirma, fue incapaz de recuperar su propio sonido durante una larga temporada.


La primera lección de Acoustic Classics es la de la humildad. La segunda, que la perfección no está reñida con la simplicidad. Con Frampton parece fácil. Luego escuchas Penny for your thoughts y comprendes por qué figura siempre su nombre entre los mejores guitarristas de la Historia.
 


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