Abriendo las puertas del éxito
Por Sergio Ariza
Cuando el 24 y 25 de junio de 1969 B.B. King grabó su disco Completely Well en el estudio Hit Factory de Nueva York, el guitarrista más importante de la historia del blues tenía 43 años y una carrera de 25 años en la que había conseguido colar 29 canciones en el Top 20 de las listas R&B pero ni una sola en las listas pop. A pesar de que los guitarristas más famosos del rock, como Hendrix, Clapton o Bloomfield, le reconocían como un maestro, su público seguía siendo mayoritariamente negro. Eso iba a cambiar gracias a una de las nueve canciones de este disco, The Thrill Is Gone, que se iba a convertir en su primer éxito en las listas pop e iba a abrirle las puertas de un público mayoritario.
Solo por eso Completely Well ya debe ser considerado uno de los discos más importantes de su carrera pero es que, además, es también uno de los mejores discos de estudio de la misma y tiene otros notables alicientes, más allá de su canción más famosa. De primeras King estaba entrando en otro de los mejores periodos de su carrera, no es casualidad que después de este llegaran obras imprescindibles como Indianola Mississippi Seeds (su disco favorito entre los suyos), en 1970, y Live in Cook County Jail al año siguiente. Normal si tenemos en cuenta que King se encontraba en uno de sus momentos álgidos en cuanto a voz y a forma de tocar, estrenando en este mismo disco la guitarra por la que más se le recuerda, su flamante Gibson ES-355, que se convirtió en su Lucille (sí, hubo varias) más conocida.
Además está rodeado por una fabulosa banda con Hugh McCracken a la guitarra rítmica, Paul Harris al órgano y al Fender Rhodes, Herbie Lovelle a la batería y, sobre todo, el increíble Jerry Jemmott al bajo. A todo ello hay que sumarle uno de los elementos más significativos de este disco, los maravillosos arreglos de vientos y cuerdas de Bert "Super Charts" DeCoteaux, que se añadirían después de la grabación a instancias del productor Bill Szymczyk, que acabaría logrando un éxito descomunal con los Eagles. Si los vientos ya eran algo habitual en su música la inclusión de la sección de cuerdas le dio un nuevo público pero también polémica, ya que muchos puristas se quejaron, sin entender que las cuerdas casaban a la perfección con el estilo de King a la hora de tocar la guitarra, reforzando su enorme clase.
El disco se abría con fuerza con So Excited, puro King destilado, con un gran riff de órgano, reforzado por el bajo y la guitarra rítmica. Era como el clásico inicio de los conciertos de King, con vientos tronando y su guitarra volando libre, es también uno de sus momentos más rock, por así decirlo, con McCracken metiendo el wah en su guitarra. Eso sí, si hay un músico de la banda que destaque ese es Jemmott, baste escuchar la funky You're Losin Me para saber que está en la liga de los James Jamerson o Bootsy Collins. Su bajo aquí es, sencillamente, magistral, apoyando a la perfección a la Lucille de un King que parece estar pasándoselo en grande y que se ve reforzado por la sección de vientos. El inicio de What Happened es otra muestra de su maestría en los medios tiempos, tanto a la guitarra como la voz. En Confessin' The Blues suena poderoso, como si pudiera derribar un muro solo con la fuerza de su voz.
La segunda cara se abría con la canción más corta del disco, Key To My Kingdom, donde se pueden ver las raíces góspel de su forma de cantar, Cryin' Won't Help You Now es otro monumento funky en el que el bajo de Jemmott se entreteje a la perfección con la guitarra de un King pletórico. Aun así, lo mejor está por llegar con las dos últimas canciones del disco, los intensos casi diez minutos de You're Mean y la excepcional The Thrill Is Gone, la mejor y más famosa canción de su carrera.
You're Mean comienza como una 'jam' que continúa Cryin' Won't Help You Now, la banda está al rojo vivo y King pletórico, la sección rítmica suena imparable y el órgano de Paul Harris echa humo, lo que da a nuestro protagonista el perfecto manto sobre el que expresarse con toda su clase a las seis cuerdas. Con The Thrill Is Gone King vuelve a demostrar que es el guitarrista más expresivo de la historia, capaz de comunicar con muy pocas notas lo que otros guitarristas son incapaces en toda una carrera. Pero The Thrill Is Gone va mucho más allá de su forma de tocar, con otra línea de bajo magistral de Jemmott y otra demostración de que es uno de los cantantes más profundos e importantes del blues. Una de las canciones definitorias de todo el género.
Es un cierre perfecto que demostraba que King seguía en la cima de su género, aunque, a partir de la aparición de este Completely Well, publicado el 5 de diciembre de 1969, su música comenzara a llegar a un público mucho más amplio.