Leftoverture (1976)

Kansas

El nombre de Kerry Livgren (Topeka, 1949) probablemente no sea tan famoso como otros y haya que rebuscar en las enciclopedias para encontrar su referencia: guitarrista y compositor estadounidense… líder de la banda de rock Kansas. Ese casi desconocido músico es una de las mayores influencias que recibió el rock a mediados de los setenta, autor de símbolos como Dust in the wind que aún hoy siguen sonando en la ‘playlist’ particular de medio planeta.  

En la era de los supergrupos, la de los dinosaurios del rock que en 1976 estaban a punto de ser devorados por la revolución punk, un grupo estadounidense que apuntaba maneras editaba su cuarto disco dispuesto a comerse el mundo de una vez por todas. Leftoverture casi lo consigue con su quinto puesto en la lista de discos más vendidos: tres millones de copias, así para empezar.
 

Uno de los primeros hits de Livgren, Carry On Wayward Son, tendría la mayor parte de la culpa, un tema perfecto para quemar las radiofórmulas.  Un ‘pelotazo’ magistral que contrasta con el rock sinfónico del resto del disco, más en la línea de lo que por aquella época se escuchaba en uno de sus principales referentes musicales, el Reino Unido, donde Phil Collins estaba a punto de tomar las riendas de Génesis y a darle un toque ‘pop’ al género.
 

En Leftoverture se nota no sólo la mano de su líder en las partituras, también en las guitarras, hilo conductor de un álbum con una riqueza instrumental fuera de lo común, con cada detalle cuidado al máximo desde el arranque de Carry On… hasta la increíble Magnum Opus, un tema con innegables referencias a la banda británica.
 

En casa, la competencia también era feroz, con Boston y su More than a feeling, su mayor rival en las tiendas de discos. Ambos grupos compartían el mismo objetivo de fusionar el rock americano con el del otro lado del Atlántico para darle un toque ‘serio’ a su música. De nuevo, encontramos en Livgren otro ejemplo de obsesión por los ‘clásicos’. El violín de Robbie Steinhardt no estaba ahí por casualidad, perfecto para ‘dialogar’ con su guitarra. En su siguiente disco, Point of Know Return, alcanzarían casi la perfección.
 

Steve Walsh
cumple también con sobresaliente su parte en la voz y en los teclados, cara visible de otro grupo que podía presumir de grandes instrumentistas, Dave Hope, Phil Ehart, Rich Williams y los que vendrían en el futuro aunque fuera brevemente como Steve Morse.
 

El cuarto disco de Kansas quizá tampoco figure entre las obras fundamentales de la guitarra eléctrica al supeditar la técnica -impecable, por supuesto- al resultado. Es la principal herramienta, la estrella invitada de una obra que en cambio sí es esencial para entender todo lo que hemos escuchado en los últimos 40 años.
   


Galería de foto