Al estilo de Guns N' Roses de 1986
Por Miguel Ángel Ariza
El año
1986 iba a ser un año crucial en la carrera de una de las últimas grandes
bandas de rock de la historia, los Guns N’ Roses, herederos directos de
los gigantes de la década anterior, tiempos dorados del género, y encargados de
transportar aquella antorcha hasta que fue recogida por la nueva generación
grunge de los 90. En aquel año 86 firmaban su primer gran contrato discográfico
con uno de las compañías más importantes del mundo, Geffen Records,
y como celebración de aquella unión lanzaron al año siguiente el disco por el
que serán eternamente recordados, el Appetite for Destruction, un disco
que les serviría para ostentar para siempre el rango de estrellas del rock al
vender más de 30 millones de copias y copar las listas de ventas de todo el
mundo durante meses. El trono del rock tenía nuevos reyes.
Poco antes
de aquella eclosión es de sobra conocida la precaria situación económica en la
que se encontraban casi todos los miembros de la banda y, en algunos casos, a
eso se les unían distintas adicciones que hacían que el verbo ahorrar no
estuviese muy de moda en el grupo. De ahí que algunos de los instrumentos que
tendrían el honor de grabar aquel disco y con los que comenzaron a reventar
estadios por todo el mundo fuesen instrumentos no demasiado ostentosos como es
el caso del Fender PJ Bass de Duff McKagan que,
con el adelanto que recibió de Geffen, se pudo permitir uno de la por aquel
entonces recién estrenada factoría japonesa de Fender. Aquel modelo PJ-555 tenía
de serie instaladas unas Seymour Duncan que se convertirían en
parte esencial de su sonido y el de la banda.
Izzy
Stradlin parecía ser más avispado con las compras que sus
compañeros ya que consiguió comprar por un precio más que asequible alguna que
otra Gibson semihueca como la ES-175 cuya
caja, lejos de echarle para atrás por sus posibles acoples o su imagen clásica
y poco agresiva para la época, se convirtió en una seña de identidad de su tono
durante aquellos años pudiéndole ver poco después con una Carvin SH225 también
semihueca. De todas formas no solamente usaba este tipo de guitarras por
entonces ya que podemos verle con alguna guitarra más 'hormonada' como la ESP
Eclipse Custom.
Y para
terminar la trinidad de instrumentistas con cuerdas de esta insigne banda
tenemos que hablar de un tipo llamado Saul y conocido por todo
el planeta como Slash del
que podríamos estar hablando durante semanas pero del que solamente diremos en
este artículo que por aquellos años, después de haber coqueteado con varios
modelos de B.C Rich como la Mockingbird o
la Warlock y otros de la marca Jackson, llegaría
por fin a sus manos un modelo de guitarra que desde aquel tiempo se ligaría
para siempre a su imagen y del que ha sido el gran valedor en los últimos 30
años: la Gibson Les Paul... solo que ninguna de las dos Les Paul
que tenía cuando grababa el Appetite for
Destruction eran auténticas Gibson. La primera de ellas se dice que
perteneció ni más ni menos que a Steve Hunter y fue construida por un luthier llamado Peter 'Max'
Baranet. La segunda que consiguió y que usó en los retoques finales de la
grabación de aquella obra maestra también era una réplica, esta vez construida
por Kris Derrig, y acabó montando las ya míticas Seymour
Duncan Alnico Pro II casi por casualidad (eran las que había en la
tienda). Aquella guitarra se convirtió en la guitarra principal de uno de
nuestros últimos guitar heroes y ha
tocado con ella en todos y cada uno de los discos de los Guns N’ Roses y de su
carrera en solitario.
Poco
después de la publicación de aquel disco los problemas económicos
desaparecieron de la vida de estos tres músicos y seguro que invirtieron
muchísimo dinero en mejorar sus equipos. Lo que no lograrían mejorar en el
resto de su carrera fue aquel Appetite for
Destruction del año 1987, un disco que comenzaba dándonos la bienvenida a
una jungla que pocos años después acabó por devorar a todos y cada uno de los
miembros de esta banda causando su separación.