Pat Metheny en el Auditorio Nacional de Madrid, dialogando con música
Por Sergio Ariza
'Question
and answer (Pregunta y respuesta)' así reza una de las
canciones de Pat Metheny y eso es lo
que parecían hacer el guitarrista y su portentoso batería Antonio Sánchez durante muchas partes del concierto, preguntarse y
responderse de manera casi telepática, teniendo una conversación musical de
altos vuelos en la que pareciera que estuvieran teorizando sobre la relatividad
de Einstein.
Y no es que los otros dos estupendos
instrumentistas, la bajista malaya Linda
May Han Oh y el pianista británico Gwilym
Simcock, no tomaran parte de esa conversación, lo que pasa es que Metheny y
Sánchez sentaban cátedra cada vez que lo hacían y sus preguntas y respuestas
sonaban a alquimia musical, a esa clase que se produce cuando dos superdotados
llevan tocando tanto tiempo juntos que se conocen a la perfección. Su
interacción fue absolutamente increíble y, por momentos, el creador de la banda
sonora de 'Birdman' fue capaz de
robarle los focos al maestro Metheny. Claro que no se trataba de eso sino de
conseguir que brille más el otro, algo que lograron por completo.
A Metheny se le vio muy a gusto y dispuesto a
enamorar a los fieles, el concierto se acercó a las tres horas y repasó buena parte de su trayectoria,
utilizando todas sus guitarras míticas, desde la mítica Pikasso de 42 cuerdas,
hecha exclusivamente para él por la luthier Linda Manzer, hasta su fiel Ibanez PM200-NT, pasando por la Roland
G-303 Synthesizer y la acústica 1985 Ovation 1663 Classic Cutaway a la que
también sacó una extraña distorsión y, por momentos, unos riffs cercanos al funk. He de decir que le prefiero en la Ibanez,
ya que la Synthesizer a veces me supera con esos sonidos más propios de una
flauta o un teclado que de una guitarra.
También fueron muy destacables los momentos en
los que se quedó a solas con su guitarra, como en la bonita lectura del 'And I love her' de los Beatles que fue la penúltima canción
del recital, y el tercer bis de la noche. Pero para rematar el concierto tenía
que volver todo el grupo, en especial un Sánchez que se demostró como su mejor
complemento, haciendo de la velada una noche realmente especial, a pesar de que
el sonido, raro siendo el Auditorio Nacional, no hizo justicia a los cuatro
grandes músicos allí presentes.