A walk in the wood
Madinter, 'knock on soul'
Por Alberto D. Prieto
Que la madera está viva lo sabe cualquier guitarrista. Que cualquier buena pieza se desafina con los cambios de tiempo, con el reposo incluso, que un cuerpo va haciéndose más caliente con el paso del tiempo. Sus vetas más táctiles, sus curvas más amables.
Que la madera está viva lo sabe cualquiera, pero cuánta vida da uno no lo sabe hasta que descubre Madinter. Encajonada a las afueras de Cerceda, un pueblito en la sierra de Madrid (España), la pequeña nave que regentan Vidal de Teresa y Jorge Simons es, sin embargo, el epicentro de un terremoto global en la industria que mueve las caderas del mundo. Bajo su techo, un par de decenas de trabajadores e incontables palés procedentes de los Cárpatos o de tan lejos como India, Brasil, el África negra o Canadá, con toneladas de ébano de Camerún, arce europeo, o palosantos de la India...
Todo empezó antes de empezar, en 1985, de la mano de su otro socio, Miguel Ángel Sánchez, cuya familia tenía negocios ya relacionados con la madera, pero en el sector del mueble. Al cabo de los años, decidió darle un giro a sus intereses, y con un lote entre manos de palosanto de Brasil -cuyo comercio hoy está prohibido- descubrió un nicho de mercado en la madera para guitarras. Oye, Vidal, amigo, tengo esto... Vidal de Teresa, hoy 48 años, andaba buscando en el año 2000 un giro: vendió su clínica veterinaria y se volcó en las maderas. Hoy es el feliz director general de Madinter. "Fue autodidacta, con mucho esfuerzo y mucha pasión", cuenta. "Los talleres ya los teníamos, y los contactos con el sector... Así que compramos la maquinaria y empezamos a investigar".
Al principio, Madinter manejaba tres maderas un sólo país... Hoy son más de 50 tipos de materias primas las que trabajan y sirven producto elaborado a una infinidad de luthiers en todo el mundo y a todas las grandes marcas de guitarras: CF Martin, Taylor Guitars, Fender, Gibson, Takamine, PRS, Yamaha... y mantienen un acuerdo con Taylor, empresa con la que se embarcaron en la inversión en origen. Juntos, Madinter y esta marca americana de guitarras acústicas y eléctricas semihuecas, suministran madera de ébano de Camerún con políticas de responsabilidad certificadas. "Para nosotros, es muy importante el 'fair commerce'".
El Departamento de Estado de EEUU los premió el pasado verano por su iniciativa de comercio responsable. El propio John Kerry los recibió en Washington junto a sus socios de Taylor por este motivo. Y pronto impulsarán en la Reserva de la Biosfera Maya otro proyecto de comercio "justo y responsable" junto a comunidades indígenas de Guatemala y Honduras. "Hay países donde es más difícil, y se te insinúan para liberarte una carga de burocracias a cambio de una mordida... pero nosotros no entramos nunca en eso. Ahora mismo, tenemos un cargamento parado en puerto por este tipo de cosas. Al final, saben con quién sí y con quién no pueden jugar a la corruptela. Es una inversión, costosa, pero rentable. Todos lo saben: somos de fiar". Todo esto ya ha ocurrido en la gran expansión en la que vive Madinter, una referencia mundial del mercado ("no sé sí habrá una o dos empresas más como nosotros en el mundo", apunta De Teresa), pero antes, casi desde los inicios, se incorporó Jorge Simons, un auténtico amante de las maderas... con una en cada puerto. A sus 37 años, el jefe de producción y aprovisionamiento de Madinter pasa las semanas viajando, a reconocer las producciones catalogarlas, a localizar nuevos posibles puntos de compra, a cerrar negocios... "Pero, sobre todo", dice (y se le nota), "a acariciar maderas, tocarlas, conocerlas, saber todo de ellas qué me pueden dar". Los ojos de Simons se iluminan cuando le pedimos que explique qué hizo que un tipo que trabajaba en un bar de Mallorca acabara abrazando esta cultura tan natural y calma, ¿fue el rock, la distorsión, los amplis a todo volumen, los pedales accionados y sus dedos frenéticos sobre alguna seis cuerdas? "Qué va... Si yo a la guitarra, yo... nada. No. Es que este mundo es apasionante, un luthier con el que hablas sobre tal o cual madera te lo transmite, aprendes a apreciar sus características. Y luego", aquí es donde Jorge se levanta, agarra un cuerpo de Stratocaster y le pasa la mano delicadamente, "luego es esto. ¿Tú lo ves? Mira qué dibujos, cada una es especial, ninguna se repite, y según la trabajes puedes hacer maravillas inimaginadas". Bajamos de las oficinas a la planta de producción. El olor a madera cortada se hace intenso y eso nos transporta a un lugar de la infancia, mezcla de navidad al frío del pueblo a campamento de verano en los bosques de Soria. "Allí los pinos son maravillas, monumentos a la vida", apunta Vidal. "Saben lo que tienen entre manos, saber eso, cuidarlo, la madera te da la vida, la saben cuidar, la aman". Lo mismo ocurre aquí abajo, donde en un puzle perfecto de pasillos, máquinas cortadoras y aspiradoras (toda la energía que gasta Madinter en climatizar la planta se extrae de combustión de las virutas de madera que son extraídas del aire ambiente y procesadas), de mesas de diseño y revisión, nos va llevando entre paredes forradas de enormes pilas de costeros, tacos y planchas de diferentes procedencias.
Mástiles a medio perfilar, cuerpos a falta de barniz, rock en cueros, vetas que harían volar al Hendrix más estridente, panzas huecas, blues y soul. "La buena madera es como el buen vino, no se estropea, hasta mejora con los años", explica De Teresa cuando nos ve mirando hacia arriba, sorprendidos de la cantidad de material que almacenan. "Recibimos 30 contenedores al año sólo de la explotación de Camerún, imagínate sumándole lo que traemos de Francia, India, Italia, Croacia, Gabón, Madagascar, Rumanía, Congo... Pero vendemos mucho, sobre todo para Fender Stratocaster y Telecaster. También proveemos material para Gibson, esencialmente Les Paul, y para Yamaha, Martin, PRS, Takamine y, claro, trabajamos mucho con Taylor".
Madinter fábrica cuerpos, diapasones, tapas... para esas marcas y otras. Trabaja con los buenos luthiers, que valoran la calidad de sus materiales y acabados. Y apuesta decididamente por el pequeño comercio y la red. Actualmente, el 20% de sus ventas vienen por esta vía, "y creciendo", apostillan. "Es la magia del háztelo tú mismo, o de hacer de tu guitarra una pieza única".La emocionada visita va desembocando en la pequeña tienda que tiene Madinter en sus instalaciones. Como quien pasee por un departamento alocado de repuestos, piezas y suministros, todo moldeado en madera, Jorge vuelve a hincharse de orgullo. "No desaprovechamos nada, hemos desarrollado una tecnología de corte que sólo nos quita 1,1 milímetros de material, y eso, ya lo has visto, lo aspiramos y nos calienta. Pero es que además, cada programa informático de patronaje está pensado para la eficiencia absoluta, y lo sobrante lo convertimos en todo esto que ves aquí". Y toma una, dos, tres piezas diferentes, para luthiers, para aficionados, repuestos, adornos, bolígrafos... de todo. "Esto es una pasión", concluye Jorge. "Mira, yo me he hecho la casa entera de madera", se ríe, "y aun así, es igual, porque parte de lo bueno de esto es que viajo por el mundo entero a cada rato. Y siempre encuentro una madera nueva para hacer mejores guitarras".
Madinter subtitula su marca en las tarjetas de visita con la leyenda 'Wood for music' y sí, se siente la música que los mueve, pero uno sale de Cerceda patinando sobre virutas, envuelto por la pasión de estos pioneros y enamorado de su obra, convencido de que forzosamente este artículo se ha de titular 'Knock on soul'... La música tiene alma, y estos tipos saben tocarla, conducimos de vuelta desde un sitio donde crean vida.