Desbordando creatividad

Por Sergio Ariza

Green River era el tercer disco de la Creedence Clearwater Revival, el segundo disco de los tres que publicaron en 1969 y el primero de su trilogía de obras maestras, que se completaría con Willie And The Poor Boys y Cosmo's Factory. John Fogerty parecía tocado por una varita mágica y su creatividad se desbordaba. Es increíble pensar que entre el 28 de mayo de 1968 y el 9 de diciembre de 1970 la banda (con sus cuatro miembros originales) lograra sacar seis discos de semejante calidad en tan poco tiempo. Cuando vivimos en unos tiempos en que el periodo normal entre disco y disco es de más de tres años cuesta imaginarse un tiempo en el que una banda, con un único compositor, lograra sacar tantos discos en solo dos años y medio.  

Y no eran discos cualesquiera, Green River es, como decía, su primera obra maestra absoluta y el disco que, a día de hoy, sigue siendo el favorito del propio Fogerty. No es de extrañar cuando estamos hablando de una obra que contiene canciones de la altura de la titular, Bad Moon Rising, Wrote A Song For Everyone, Lodi o su excelente versión del Night Time Is the Right Time popularizada por Ray Charles.
 

Rodeados por bandas puestas hasta las cejas que estiraban sus 'jams' hasta los 20 minutos los chicos de John Fogerty devolvieron al rock a la sencillez y energía de sus comienzos. Con un ojo puesto en el sello Sun y el rockabilly la Creedence creó un estilo propio con tres señas de identidad claras, la voz, la guitarra y las composiciones de John Fogerty, una de las figuras fundamentales del rock americano. Pudiera parecer que el grupo era sólo él, pero la magia conseguida por los cuatro miembros era una de esas quimeras imposibles del rock, cuatro elementos que se conjugaban a la perfección y lograban un sonido único e irrepetible.  

 

Fogerty estaba encantado con su ES-175, con la que había grabado Proud Mary, pero cuando iba a comenzar a grabar Green River se la robaron. En vez de comprarse otra decidió que había llegado su oportunidad de comprarse una Les Paul. Así que fue a la tienda más cercana y se compró una Custom negra con la que lo primero que grabó fue Bad Moon Rising, uno de los muchos himnos de su carrera, número uno en las listas británicas y dos en las estadounidenses. Su trabajo en la guitarra recuerda el de las canciones de Elvis en sus tiempos en Sun pero el resto de la banda también brilla con un ‘groove’ perfecto.
 



Sobre este sonido se construiría el resto del disco, la canción que le dio título es el ejemplo perfecto de ese sonido, un potente riff de apertura sobre el que se construye la canción, la voz de Fogerty con mucho 'reverb' y un sentimiento capaz de transportarte en el tiempo en menos de tres minutos. Es la canción propia favorita de Fogerty diciendo que con ella consiguió, por fin, "ese toque a Sun Records". Aunque más que a Scotty Moore, al guitarrista que más suena esta canción es a James Burton, cuyo riff para Suzie Q fue una tremenda inspiración para su carrera, compartiendo con él una obsesión por el tono y el ritmo de su guitarra. Aquí utiliza una J-200 acústica y su Rickenbacker 325 conectada a un amplificador Kustom K200A de 100 vatios.
 

 

Pero puede que el corazón de Green River se encuentre en sus dos medios tiempos, Wrote A Song For Everyone y Lodi. La primera es una preciosidad en la que Fogerty demuestra que su garganta está a la altura de la de los grandes cantantes soul de todos los tiempos. Lodi, por su parte, tiene ese encanto country tan propio de la banda, una canción con mucho corazón que habla de esos músicos que no tuvieron la suerte de triunfar.
 

Commotion
y Tombstone Shadow son dos pruebas perfectas del estelar papel de Fogerty como guitarrista, puede que no sea muy técnico pero, al igual que ocurre cuando canta, Fogerty pone cada átomo de su corazón en cada nota que da, y eso se nota. Cross-Tie Walker es puro rockabilly y Sinister Purpose es otra destilación perfecta del pantanoso sonido de la Creedence. Por último, el disco se cierra con la única versión del mismo un Night Time Is the Right Time en la que Fogerty se luce a la guitarra y a la voz.
 



Es el cierre perfecto para un disco que supura amor por la simplicidad de la música popular, lleno de la pasión del primer rock & roll, de la sencillez del country o del alma de la mejor música negra. Todo ello tocado por cuatro músicos que parecen en una misión divina y consiguen reciclar todas esas influencias en algo totalmente suyo.


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