El sonido y la furia de los Who

Por Sergio Ariza

Who's Next suele ser considerado el mejor disco de la carrera de los Who pero las circunstancias en las que fue creado fueron bastante difíciles. En un principio, Pete Townshend estaba planeando una nueva ópera rock para el grupo tras el éxito de Tommy, se trataba de Lifehouse un proyecto gigantesco con el que el líder de la banda quería buscar la conexión entre la música y el espíritu humano, todo muy complicado y difícil de explicar, tanto que el resto de los componentes de los Who, además del mánager de la banda, Kit Lambert, no entendían nada e hicieron que el proyecto fuera abandonado y el grupo se centrara en las mejores canciones individualmente para sacar un disco normal.  

 

Lo bueno es que Who's Next no tiene nada de normal, es un disco extraordinario en el que, por primera vez, la energía de la mejor banda en directo de la historia del rock se trasladaba adecuadamente al estudio. Además, la obsesión del Townshend por los primitivos sintetizadores les dio un sonido totalmente distintivo, como se puede apreciar en dos de sus canciones más conocidas, Baba O'Riley y Won't Get Fooled Again, que son, respectivamente, el principio y el final del disco.
 

Claro que aquí también aparecen Behind Blue Eyes, Bargain, The Song Is Over, Getting in tune, Love Ain’t For Keeping o My Wife, la única canción no compuesta por Townshend y que no tenía nada que ver con el proyecto de Lifehouse pero que es una de las mejores canciones compuestas por John Entwhistle. Grabado entre abril y junio de 1971, una época en la que se encontraban en el cénit de su vida como banda, dando algunos de los mejores conciertos que se recuerdan en la historia del rock, Who's Next es el testimonio del poderío de esa banda, desde los increíbles gritos de Roger Daltrey hasta la anárquica fuerza de Keith Moon a la batería, pasando por la asombrosa destreza de Entwhistle al bajo y la garra de Townshend en la guitarra, no hay una sola nota que chirríe en este disco.
 

 

Townshend no solo entregó algunas de las mejores canciones de su carrera sino que definió su sonido eléctrico en estudio gracias al de otro guitarrista legendario, Joe Walsh. El americano le compró una Gretsch 6120 ‘Chet Atkins’ de 1959 con la que Townshend daría lo mejor de sí mismo, conectada a un pedal de volumen Edwards Light Show pedal steel, un cable Whirlwind y un amplificador Fender 3x10 Bandmaster, todo regalo de Walsh. Ese es el sonido detrás de los increíbles ‘power chords’ de Won't Get Fooled Again y de gran parte del disco, ese sonido que confirma a Townshend como uno de los guitarristas rítmicos más poderosos de todos los tiempos, alguien que expresa más con un acorde (siempre tocado tras el famoso molinillo) que otros con solos interminables. Para las partes acústicas como en Going Mobile o la increíble Behind Blue Eyes, Townshend confió en su fiel Gibson J-200 Sunburst del 59, la misma guitarra con la que había grabado Pinball Wizard.
 

Pero el resultado final está muy por encima de la suma de sus partes, siendo el disco en el que Townshend y los Who lograron, al fin, llevar todo el sonido y la furia de sus increíbles conciertos al vinilo, siendo el disco que mejor les define.    

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