Revisando el 'Strange days' de The Doors

Por Tom MacIntosh

The Doors fueron una de las bandas más prolíficas de los psicodélicos 60, liderados por el siempre extraño Jim Morrison, como cantante, Robby Krieger a la guitarra, Ray Manzarek en los teclados y John Densmore a las baquetas. El nombre de la banda viene de un libro de Aldous Huxley llamado Las puertas de la percepción, que era muy adecuado para el sentimiento de "paz, amor y felicidad" que se podía ver, oír y escuchar en cualquier fiesta de amor psicodélico tan típicas en la California de la época. El uso de las drogas estaba extendido, en especial la marihuana y el LSD que eran conductores y pasajeros de aquellos particulares viajes al Shangri-La. De 1967 a 1971 los Doors sacaron ocho discos, siete de ellos llegaron al Top Ten de las listas de Billboard. Lograron ser 20 veces disco de oro, 14 de platino, cinco multi-platino y uno de diamante solo en EEUU. Vendieron 4.190.457 de discos y 7.750.642 de singles en solo cuatro años (más de 100 millones en la actualidad). Así que se puede decir que, hasta la muerte de Morrison en el 71, se establecieron como una de las bandas más punteras de su tiempo.  

  

Hoy es el 50 aniversario de su segundo disco, Strange days, que tuvo poco éxito comercial, sobre todo porque suena muy parecido a su predecesor. Algunos críticos lo atacaron utilizando ese mismo argumento: le faltaba integridad, aunque hubo quien vio una obra maestra retorcida. A pesar de todo, llegó brevemente al número tres de las listas. Hicieron uso de las nuevas tecnologías de su día, en concreto del órgano/sintetizador Moog, capaz de evocar una oscuridad inquietante o la alegría del carnaval, dependiendo del clima de la canción. En la canción que le da título, Manzarek abre con un místico riff de órgano que lleva a una batería punzante y a una línea de bajo que arroja a una sombra sobre la primera frase, "Estos días nos han encontrado, estos días nos han localizado". Una frase que 50 años después puede ser vista como una inquietante descripción de lo que vivimos a día de hoy.


Los Doors no eran unos instrumentistas especialmente dotados pero sí algo así como un 'producto completo', como una obra de teatro o un libro. No eran dados a largos solos o grandes tecnicismos. Su abrumador éxito se debía en gran parte s su sonido propio. Para este disco contaron con Douglas Lubahn al bajo. El toque ligero de Robby Krieger con sus Gibsons, SG Specials del 64 y 67, ponía el sonido perfecto detrás de las distantes y soñadoras letras de Morrison. You’re Lost Little Girl es el segundo tema y los escalofríos son constantes, "estás perdida pequeña chica... creo que sabes lo que tienes que hacer. Estoy seguro de que sabes lo que tienes que hacer", lo que recuerda a Riders on the storm. El riff de Krieger que abre el tercer corte, Love me two times, es uno de los tesoros de la historia del rock. Escrita por el guitarrista y descrita por Manzarek como "el gran clásico rock/blues de Robby sobre lujuria y pérdida, u orgasmos múltiples, no me acuerdo de cuál". La canción ha tenido versiones de Aerosmith, Joan Jett, el pianista George Winston, el grupo gótico The Mission. Fue vista como demasiado picante para ser tocada en la radio en New Haven, Connecticut, lo que no le gustó a la banda, pero puso su imagen de chicos malos por las nubes.
 

 

Las cosas se empiezan a poner extrañas a partir del quinto tema, Horse latitudes. Se abre como una pesadilla a cámara lenta, usando los amenazantes sonidos del viento con Morrison predicando como Moises, "Cuando el mar inmóvil conspira una armadura, y sus corrientes hoscas y abortadas crían monstruos minúsculos, la navegación verdadera está muerta". Su voz recibe un tratamiento bíblico, con los chasquidos de los látigos detrás, y los enfurecidos gemidos de los demonios a continuación. Esto no es una canción, sino una cacofonía de ofrendas infernales (o algo parecido). Pero marca el tono para la siguiente, Moonlight drive, que se abre como una marcha de carnaval y tiene un nervioso solo de Krieger que, nuevamente, vuelve a encajar como anillo al dedo con la letra. El ritmo de Densmore es la cadencia de marcha escuchada en otras canciones de su repertorio. My eyes have seen you comienza con un riff de bajo muy funky que cabalga hasta que el resto del 'producto' se une para hacer de ella una fabulosa canción rock. El solo de Robby en esta ocasión suena mucho más desquiciado en su Gibson SG. La cortesía de solos pasados ha terminado. Fue un 'hombre de Gibson' durante la mayor parte de su carrera (como en la Les Paul Custom Robby Krieger dle 54) pero también se conoce que llegó a tocar una Fender Startocaster. I Can’t See Your Face In My Mind también tiene un toque carnavalesco para acompañar a la perturbadora letra de Morrison, "no puedo ver tu cara en mi mente. EL carnaval de perros agota las líneas". When the Music’s Over fue utilizada para acabar los conciertos. El arreglo de notas agridulces entre el suave ritmo evoca lo que parece como un viaje en ácido, unido con la práctica voz de Morrison y su reconocible aullido, puede que el "grito de la mariposa" del que habla. La canción es un magnético 'tour de force' (de 10:59 de duración) que es totalmente Doors, el producto completo.
 

La última canción de la que vamos a hablar es uno de sus clásicos, People Are Strange, que alcanzó el 12 en las listas estadounidenses. De acurdo con la crítica de Allmusic, "refleja la fascinación del grupo con la música teatral de los cabarets europeos". La letra habla claramente sobre el sentimiento de ser diferente, puede que sobre cómo de alienado se sentía el movimiento hippy o sobre la oscuridad de la adicción a las drogas. Una verdadera gema que fue como la banda sonora de la vida de mucha gente y que todavía sigue recibiendo mucha exposición en las radios alrededor del mundo. Así que levantamos nuestra copa por los Doors.
 

Todavía salvajes y maravillosos después de 50 años.

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