West Of Flushing, South Of Frisco (2016)

Supersonic Blues Machine

Seis ‘padrinos’ de la guitarra para un debut ‘supersónico’  

Cuando corrió la noticia de que habían decidido crear la Supersonic Blues Machine no les hizo falta buscar padrinos, hicieron cola para figurar en créditos de su disco de debut. Y no se trataba de jóvenes promesas, sino de curtidos veteranos como Billy Gibbons, Warren Haynes, Robben Ford… Extraño fenómeno teniendo en cuenta que la nueva banda estaba formada por unos casi perfectos desconocidos para el gran público. Pero no para quienes se trabajan el blues rock.
 

A principios de la década, tres músicos de sesión decidieron despegar en solitario en su ‘máquina supersónica’. Kenny Aronoff es quizá el más conocido, al menos en los USA, dando espectáculo con su batería en la banda de John Mellencamp; el bajista y productor Fabrizio Grossi, que había coincidido con él en los Goodfellas a las órdenes de Steve ‘Toto’ Lukather, no dudó ni un segundo en incorporarle a una idea que le rondaba la cabeza.
 

Una sección rítmica de este nivel necesitaba un guitarrista y el destino les unió a Lance López, hambriento también de blues y armado con una reedición de la Les Paul Gold Top de 1957 enchufada a un Marshall tuneado como un Ferrari. Un proyecto que empezó a rodar en 2012 hasta desembocar en un estudio de grabación con el mismo entusiasmo con que lo hizo en su día Gov’t Mule y parir su espectacular debut, West of Flushing, South of Frisco, sin duda, uno de los mejores discos de 2016.
 

 

Una oportunidad así no se presenta todos los días y los ‘amiguetes’ se apuntaron a la fiesta. No fue algo preparado, simplemente se trataba de “la familia, de unos tipos que son parte de nuestra vida”, explica Grossi para describir el ambiente que se creó, canción a canción, en el estudio.  

Running Whiskey
parecía hecha a medida de Gibbons, por ‘casualidad’ presente cuando se compuso; Remedy es perfecta para que Warren Haynes compare su propio modelo de Les Paul -Lester o Chester, da igual- con la de López; Can't Take It No More, en cambio, es más un duelo a ‘muerte’ con la Stratocaster del ‘73 de Walter Trout, otra ‘fiera’ del blues en plena forma. López probablemente usó su Strat del ‘65, otra de sus favoritas, para la ocasión.
 



Let's Call It a Day
, con la ES-355 de 1963 de Robben Ford -al menos es la guitarra que le gustaría tener a mano en una isla desierta- como principal protagonista, es quizá el tema más diferente de un disco que pretende, ante todo, ser un clásico del blues de alto voltaje.
 

Eric Gales
y su Magneto son definidos como “hermanos” del trío supersónico. Nightmares & Dreams recuerda por todos lados al Voodoo Chile con el que se conocieron el de Tennessee y Fabrizio en 2001, lo que se suele llamar ‘el principio de una gran amistad’. Como la que une al último invitado, Chris Duarte, con Lance López, pese a ser otro adicto a la Strat con la que marca la pegadiza melodía de That’s My Way.
 

En esta sinfonía de seis cuerdas manda, sin embargo, un ‘monstruo’ con sólo cinco ‘dedos’, el Malibu Gloss 5 Fabrizio Grossi Signature, una joya hecha a mano por Andrea Ballarin de Manne Guitars, tan personalizada como la batería ‘supersónica’ de Kenny Aronoff. Sin ese bajo profundo y dominante -que para eso es el productor-, la ‘máquina del blues’ nunca hubiera despegado.  


http://supersonicblues.com/
http://fabriziogrossi.com/
http://www.lancelopeztx.com/ 


(Imágenes del grupo: www.supersonicblues.com 
Otras: ©CordonPress)

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