La semilla que siguió creciendo

Por Tom MacIntosh

En abril de 1964, los Rolling Stones lanzaron su disco de debut homónimo con lo que Keith Richards describió como mezclas a medias, en su mayoría versiones y lanzado precipitadamente al mercado por su entonces productor, Andrew Loog Oldham; se había grabado en apenas cinco días. Sin embargo, fue el disco que sacó a los Beatles del primer lugar en las listas del Reino Unido. Y es que, sin duda, la prisa por grabar les dio un sonido crudo, agresivo, quizás peligroso, que florecería en lo que más tarde se convertiría en una de las mejores bandas de la historia del rock. Este disco fue la semilla de cosas más brillantes y agresivas que estaban por venir a cargo de estos 'chicos malos'.  

 

Artísticamente, el disco no tiene mucho peso original, ya que el material es en su mayoría versiones de otros artistas, como en el EP que habían lanzado tres meses antes, que presentó su primer sencillo, una canción de Chuck Berry llamada Come On. Para este disco también hacen otra versión de Berry, en este caso Carol, donde Richards y Mick Jagger realizan un juego de llamada y respuesta mientras recorren las estrofas, tocando siempre la nota correcta en el camino. La canción de apertura; un rápido cuaderno de viaje de la Route 66 de Bobby Troup, una canción que hizo popular en 1946 el trío de Nat King Cole, y la más cercana Walking the Dog de Rufus Thomas; enmarcan un conjunto notable de gemas de R&B, además de sus amados blues. Valga como ejemplo la sensual I'm a King Bee, de Slim Harpo (también conocido como James Moore), un blues pantanoso con un enfoque más crudo y más descarado, símbolo del 'blues de los chicos blancos', que estaba separado del blues más purista de los artistas negros originales. El blues clásico nunca tuvo tanto desparpajo como el de estos jovenzuelos, siendo un humilde lamento cantado por aquellos que sabían lo que era tener el 'blues'. Así que esto, así como la Invasión Británica, dio un nuevo aire a este género, es decir, llegó a un público interracial más amplio.
  La banda en ese momento comprendía a los 'glimmer twins' Jagger y Richards, quienes más tarde encontrarían su vocación como compositores, el bajista Bill Wyman, el guitarrista, y fundador de los Stones, Brian Jones, y el baterista Charlie Watts, además de las contribuciones del 'sexto Stone' Ian Stewart en los teclados, Gene Pitney en el piano y Phil Spector tocando maracas. Escribieron dos canciones bajo el seudónimo Nanker Phelge, llamadas Little By Little y Now I Got a Witness, una curiosa relectura del éxito de la Motown de Marvin Gaye, Can I Get a Witness. El primer esfuerzo de la pareja compositiva principal puesto en vinilo fue Tell Me (You're Coming Back), una balada romántica en la que Richards utilizó su querida Harmony de 12 cuerdas.  



Su versión de Mona (I Need You Baby) de Bo Diddley es una belleza que reemplazaron en el lanzamiento estadounidense del disco (llamado England’s Newest Hit Makers: The Rolling Stones) por Not Fade Away de Buddy Holly, mientras que You Can Make It Try de Ted Jarrett y I Just Want to Make Love to You de Willie Dixon crean una textura soul con más en capas que el blues estándar de la época.
 

El lanzamiento en el Reino Unido, llamado simplemente The Rolling Stones fue un evento que rompió el aplastante dominio de los Beatles y les quitó el puesto número 1 en las listas del Reino Unido que tenían en exclusividad desde 1963. Estaban en camino de convertirse en los 'chicos malos' del rock, todo gracias a esta mezcla de versiones realizadas con actitud y enérgica juventud. Además fue oro y platino en los Estados Unidos y Canadá para poner la guinda al pastel.
  Dato curioso: aparece en el libro de referencia musical de Robert Dimery 1001 discos que debes escuchar antes de morir (Universe Publishing, 2005). Por supuesto que sí, esta fue la semilla que lo consiguió todo roqueando y rodando, 'like a rolling stone'.  

Damas y caballeros, los Rolling Stones.


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