En la frontera entre la belleza y el dolor

Por Sergio Ariza

Como dicen en Strangest Thing, The War On Drugs se han colocado con A deeper understanding en esa fina línea que separa la belleza del dolor, logrando una notable continuación de Lost in the dream, el disco que les catapultó a la fama hace tres años, y probando, una vez más, que Adam Granduciel y los suyos saben cómo erizar la piel del oyente.  

Habrá quien quiera ver en estas diez canciones el colmo de la monotonía y el aburrimiento pero, desde luego, será gente que no esté prestando atención a lo mucho que está pasando en cada una de ellas. Construidas sobre una batería monolítica, que marca el ritmo fuera de cualquier floritura con un poso cercano al del famoso 'motorik' del Krautrock, cada una de estas canciones es un lienzo sobre el que Granduciel ejerce de pintor añadiendo capa tras capa de profundidad. Baste con fijarse en la portada en la que este conocido perfeccionista aparece en penumbra y son los instrumentos los que aparecen iluminados. Algo normal si se tiene en cuenta que solo en la primera canción, Up all night, Granduciel toca la guitarra eléctrica, el Mellotron, un sintetizador Yamaha CS-5, un piano, un órgano Hammond o un piano eléctrico Wurlitzer. Sirva como ejemplo la maravillosa Thinking of a place, el comienzo con esos sintetizadores que parecen como un lento despertar, luego entran los teclados, las guitarras, la batería y el bajo suavemente, con otros efectos de fondo, hasta el minuto y 16 segundos no aparece la voz de Granduciel, susurrando en su mejor modo Dylan, cuando se produce la primera ligera variación en la música es de una calmada belleza y así llegamos a ese estribillo que parece fluir de manera espontánea del resto de la canción. A partir del minuto 3 una guitarra fuertemente distorsionada, a là Neil Young, entra para evocar esa belleza melancólica tan adherida al grupo. Dura más de 11 minutos y podría irse al doble sin que llegara a aburrir.
 

 

Pero si algo ha cuidado al máximo Granduciel ha sido el sonido de las guitarras. Sabe bien de la importancia de un buen solo, utilizándolo siempre para hacer despegar la música y comunicar un sentimiento en el oyente. Lo suyo no es la técnica, ni las exhibiciones de rapidez, lo suyo es buscar complementar a la canción de la mejor manera y lograr emocionar al oyente. Puede que su principal referencia sea el mencionado Young, no en vano alguno de los mejores momentos a las seis cuerdas llegan cuando empuña su Gretsch White Falcon, en Pain y Thinking of a place, a la que ha añadido un Bigsby después de ver en directo al gigante canadiense. Pero hay tiempo para disfrutar de muchas más de las guitarras de su colección como la omnipresente Les Paul del 72, su favorita, una SG del 66 en las partes con más ‘feedback’, una Jazzmaster o una Squier Strat japonesa de los 80 en Nothing to find para conseguir ese sonido tintineante, (aunque aquí también suenan la White Falcon y la SG).
 

Quizás no ha logrado superar al enorme Lost in the dream pero, al menos, creo que lo ha igualado. A deeper understanding, como otros discos antes que él, no es un paso hacia adelante en una nueva dirección, es el afianzamiento de una manera de hacer y de sonar. Es, en definitiva, la consolidación de War On Drugs como una de las grandes bandas de nuestro tiempo.

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