Nuestros guitarristas del año (2017)
Por Sergio Ariza
Se acaba el año 2017 y desde Guitars Exchange queremos despedirlo
hablando de lo que más nos gusta, guitarristas. Nos vamos a centrar en tres de
los que más nos han gustado, un gigante que nos ha dejado, uno que todavía
pasea entre nosotros y un aspirante a coger la llama del rock en estos tiempos
depresivos, Chuck Berry, Neil Young y Adam Granduciel de The
War On Drugs.
2017 no ha sido tan cruel en cuanto a muertes
como el año anterior pero nos ha dejado huérfanos de uno de los padres del rock
& roll… y su guitarrista más influyente. Chuck Berry no inventó el rock
& roll, este género es un bastardo con muchos padres (y madres) pero si
hubiera que elegir una única figura para representarlo habría que elegirle a él,
o como decía John Lennon "si tienen que llamar al rock & roll de
otra forma, llámenlo, simplemente, Chuck Berry". O si prefieren una
referencia poética cambiemos un poco la conocida rima de Bécquer "¿Qué es rock
& roll? ¿Y tú me lo preguntas? Rock & Roll... es Chuck Berry".
Así de importante me parecen él y su música,
los humanos nos podemos sentir orgullosos de que Johnny B. Goode sea parte, junto a Mozart, Beethoven o Bach,
del primer objeto fabricado por la especie que ha abandonado el Sistema Solar.
Como le escribió el propio Carl Sagan,
en una carta para celebrar su 60 cumpleaños, "Cuando te dicen que tu música vivirá para siempre, normalmente, puedes
estar seguro de que están exagerando pero con Johnny B. Goode viajando en la
Voyager, ahora a 2000 millones de millas de la Tierra (era 1986) y siguiendo
hacia las estrellas. Este disco durará uno mil millones de años o más".
Y acababa con un sentido, y cobrando una nueva dimensión, "Go Johnny go".
Chuck Berry murió a los 90 años tras dejarnos
su primer disco en 38 años pero su legado vivirá para siempre. Él fue el hombre
que mejor representó a esta música porque lo tuvo todo, la habilidad a las seis
cuerdas, las canciones, las letras, la forma de tocarlas... Si al final una
civilización alienígena encontrara la Voyager, solo con Johnny B. Goode tendría más que suficiente para que brotaran muchas
más maravillas de los 'Chuckberry fields forever' y, si por cualquier casual,
llegaran a visitar la Tierra, cualquier alien podría subirse al escenario, cual
Marty McFly en Regreso al futuro, y
tener por seguro que la banda le iba a seguir en cuanto tocase con la guitarra
(mejor si es uno de los modelos preferidos por Chuck, las Gibson ES 350, 335 y
355) las notas introductorias más famosas de la historia. Así que apártate
Beethoven, haz hueco, y dale las noticias a Tchaikovski, Chuck Berry se dirige a las estrellas, ¡go Chuck go!.
Nuestro segundo protagonista es Neil Young, otro de los grandes del
rock de todos los tiempos, que nos ha dejado este año dos nuevos discos (además
de poner en streaming de alta definición todo su archivo digital). El primer
disco que vio la luz fue Hitchhiker,
grabado durante su periodo fundamental de los años 70, en concreto la noche del
11 de agosto de 1976, con el único acompañamiento de una Gibson J-45 acústica y
una botella de tequila. Las dos grandes preguntas que podemos hacernos es cómo
ha tardado más de 40 años en ver la luz y por qué ha decidido hacerlo ahora. La
primera queda como incógnita pero puede que la segunda tenga que ver con el
clima político que se vive actualmente. Y es que escuchando una canción como Campaigner con ese estribillo en el que
afirma que "incluso Richard Nixon
tiene alma", basta cambiar el nombre de ese presidente por el actual
para saber que Neil nos está diciendo algo. O ese momento en Human Highway en el que se pregunta "¿cómo puede la gente volverse tan
cruel?", parece que el autor de Cinnamon
Girl ha decidido que aquel resultado de una mágica noche de verano es
perfecto para los tiempos que corren. O, por decirlo de otra forma, que es el
momento de que vuelva la canción protesta.
El segundo disco es completamente nuevo y le
ve explorar su otra faceta, la de los rugidos eléctricos de su 'Old Black'.
Sustituyendo a Crazy Horse por The Promise Of The Real (la banda del
hijo de Willie Nelson, Lukas) Young vuelve a demostrar con The
Visitor que también se puede protestar haciendo rock al máximo volumen.
Puede que las canciones no estén a la altura de sus clásicos pero cualquiera
que le haya visto últimamente en directo puede afirmar que sigue siendo el
guitarrista más iconoclasta e inclasificable del mundo, liderando 'jams' de más
de 20 minutos en la que vuelve sacar los sonidos más viscerales con su
extensivo uso de la palanca de vibrato.
Precisamente ver a Young durante una de sus
últimas actuaciones mientras manipulaba la palanca de vibrato de su White
Falcon fue una de las grandes inspiraciones para nuestro último protagonista, Adam Granduciel, que no dudó en añadir
una a su propia White Falcon. Una guitarra de la que hace espléndido uso en
maravillas como Pain y Thinking of a place, en la que a partir
del minuto 3 entra para evocar esa belleza melancólica tan adherida al grupo.
Dura más de 11 minutos y podría irse al doble sin que llegara a aburrir. Pero
no es la única guitarra que suena en el espléndido A
Deeper Understanding, uno de los discos más importantes del año,
también hay tiempo para disfrutar de muchas más perlas de su colección como la
omnipresente Les Paul del 72, su favorita, una SG del 66 en las partes con más
‘feedback’, una Jazzmaster o una Squier Strat japonesa de los 80 en Nothing to find para conseguir ese
sonido tintineante.
El líder de The War On Drugs ha cogido el
testigo como heredero de la gran tradición del rock de guitarras de muchas de
sus influencias, el mencionado Young, pero también Bob Dylan, Bruce Springsteen, Dire Straits o el añorado Tom Petty. Este es su segundo gran
disco seguido, tras el monumental Lost In
The Dream de 2014, y, aunque no es un paso hacia adelante en una nueva
dirección, es el afianzamiento de una manera de hacer y de sonar. Es, en
definitiva, la consolidación de The War On Drugs como una de las grandes bandas
de nuestro tiempo y del propio Granduciel como uno de los guitarristas más
personales del momento.